Por: Néstor Rubén Taype
Su reciente
publicación *Mundiales y Destinos* cae, parafraseando al poeta “como pasto al roció” El fútbol está de
moda y no hay mejor tema por ahora, que éste. Zambuido en su lectura del
primer mundial de futbol, de pronto me vi como un treintañero de clase media,
cabello engominado y bien al terno, ingresando al Centenario de Montevideo en
1,930. Asignado según mi ticket en un lugar bastante preferencial, era esperado
por unos amigos entrañables que me reprochaban mi demora. El impresionante
estadio recién estrenado me era sumamente familiar ¿Dónde lo había visto
antes? Ya sentado y pasada la
parafernalia, los equipos salieron al campo. Allí estaban las escuadras de
Francia y Uruguay. De pronto, súbitamente se me viene a la mente unas frases al
reconocer a la estrella del equipo galo tras el aviso de uno de los amigos que
nos dijo – hey, allí está la estrella francesa - “Alexandre Villaplane, capitán
del combinado francés, posa de pie para la posteridad con el balón bajo el
brazo, junto a los defensas y el arquero; detrás de los delanteros en cuclillas”. Toda esa euforia del momento con toda la adrenalina al tope, Villaplane no
imaginaba lo que vendría después. Una serie de hechos nefastos para el capitán
francés, capitán futbolístico que daría a su vida un vuelco terrible. De la
comodidad del estadio Centenario y el disfrute total del match ya iniciado, de
pronto reconozco nuevamente al jugador galo, mucho más maduro y maltrecho, pero
sin duda es él. Pero estoy frente al susodicho personaje, con mi arma en ristre,
al que reconocí como un Mas-36 algo moderno para la época. Soy uno de los
soldados a cargo del fusilamiento de la ex estrella del futbol francés. Toda la
trágica secuencia descrita por el autor se cumplía, lo que no estaba escrito y
Jorge no me lo había anticipado ¿Qué hacía allí apuntando a ese pecho que
paró muchísimas pelotas? Y en un francés el que yo comprendía perfectamente
escuché el anuncio del oficial – ¡preparen!, ¡apunten! – Cerré los ojos y al
mejor estilo traté de sacudirme como hago cuando me dan esas espeluznantes
pesadillas en mi cama, no iba a disparar jamás. Todo quedó a oscuras y el
silencio asomó por unos minutos.
Abrí los ojos, me sentía feliz, estaba
envuelto en una tenida negra, una gala de los árbitros de fútbol. Mis compañeros
me dieron la mano antes de iniciarse el encuentro. Los capitanes de ambos
equipos se saludaron, el ruido era ensordecedor, el estadio estaba repleto. Me percaté
del silbato o pito que tenía en una de mis manos. Tenía que asegurarme que todo
estuviera en orden, miré a ambos capitanes todo estaba listo para el encuentro
entre las escuadras de Brasil y Suecia. No me había dado cuenta que al saludarme con los colegas me dijeron – mucha
suerte y felicitaciones para esta final Maurice - Me llamaba Maurice Guigue, y estaba en la final de la copa del
mundo en Suecia 1,958. Fue un partido vibrante y digno de una final, emocionante
ver a un Brasil con jugadores legendarios que ganaron la primera Copa Mundial.
Aunque la tenida era de un árbitro galo, yo sabía bien que era peruano y que
nada más estaba disfrutando de la lectura de Jorge Cuba-Luque como un
protagonista adicional. Pelé marcó dos golazos y no se imaginan como deseaba
gritarlo a todo pulmón y correr a abrazarlo, era apenas un adolescente. Obviamente
no podía; entonces no me quedaba más que soplar y soplar con todo el alma el bendito
pito, que sonara más que otros, que se escuchara hasta el Brasil para gloria de
ellos. La algarabía era total, digna de un cuento de hadas.
Para terminar no
puedo dejar de contarles en este fascinante viaje estuve en el hotel
Tequendama, Colombia, sirviendo de
botones y vi al equipo inglés en su mini gira por Sudamérica previo al mundial
del 70. Estuve en el momento de la sustracción del brazalete que fue todo un escándalo
para la selección de Inglaterra, sin embargo nunca dije ni conté nada y me
libreé del llamado del juez en las investigaciones. Vi a los dos gringos a los
Bobbies y también supe quién fue, por obvias razones nunca dije nada, no estaba
escrita mi participación. De allí pasamos a todos los lugares donde la Copa del
Mundo se había realizado. Conocimos a diversos personajes, sus glorias y vicisitudes
fuera y dentro de la cancha, que marcaron la historia del futbol; pero sería
larguísimo contárselos. Mundiales y Destinos nos invita a un viaje inolvidable,
lleno de historias y anécdotas increíbles, desde el primer mundial de 1,930 hasta el 2014. Al final podemos encontrar en sus páginas
finales un recuento de datos históricos que sirven para todo amante y lector de
futbol como una vital fuente de información. Sin duda golazo de Jorge Cuba–Luque, los que adoramos este deporte estamos
de plácemes.
Jorge Cuba Luque (Lima, 1960).
Estudió derecho en la Universidad Nacional de San Marcos donde se
graduó de abogado en 1988. En
2004, en la universidad Toulouse-Le Mirail, obtuvo un doctorado en
“Etudes sur l’Amérique latine” tras sustentar su tesis La
presse de Lima et la littérature urbaine au Pérou. 1948-1955.
Ha publicado los libros de cuentos Colmena
624 (1995) y Ladrón
de libros (2002),
el volumen evocativo Yo
me acuerdo (2008)
y la novela Tres
cosas hay en la vida (2010).