MONÓLOGO DESDE LA CELDA 39 (REPORTAJE)

                                              Foto: Prestada de flickr.com

Por: Héctor Rosas Padilla


¿Es injusta la justicia a veces? Esta es la pregunta que me estoy haciendo a un par de horas de abandonar esta cárcel. Y mi respuesta es: ¡Sí, lo es! Lo puedo afirmar ya que lo estoy experimentando en carne propia. Y hasta lo podría gritar para que me escuchen todos los que ahora están a mi alrededor. ¿Pero qué ganaría con decir la verdad? ¿Cambiaría en algo mi situación? ¿Me liberarían de este uniforme y de estas esposas que estrangulan mis muñecas? Estoy seguro que dirán que soy un latino que no sabe lo que dice. ¡Se equivocan! Yo sí sé lo que digo. No tendré muchos estudios como los jueces, pero puedo darme cuenta de qué pie cojea la justicia. Porque de no ser justa la justicia, yo, Persy M., de ninguna manera hubiera estado encerrado ni un minuto en esta cárcel. Pero lo cierto es que he permanecido aquí por más de veinte días que han sido para mí los más dramáticos en mis cuarenta años de vida. Más dramáticos que los que pasé en un lugar de la selva peruana cuando era adolescente y tenía que cruzar ríos torrentosos o áreas llenas de serpientes. Sí, estos han sido mis peores días, y todo por las acusaciones de una mujer, de la madre, por desgracia, de mi hija. No es cierto que yo haya hecho caso omiso a la orden de no acercarme a ella. Tampoco es cierto que la haya maltratado cobardemente, lo juro por mi padre Cecilio que en Dios paz descanse. Pero como no tengo plata para asesorarme con un buen abogado, mejor dicho, para negociar con la justicia, estoy preso por delitos que no he cometido. Y también como ella es gringa y yo soy hispano y no hablo bien el inglés, la justicia se ha ensañado conmigo. Pero yo les voy a demostrar a todos que las cosas no han sido así. Que era ella la que rompía el rastraining order, o sea la que venía hacia mí, por dinero, a cada rato. Que yo no he cometido ningún acto de violencia doméstica. Es cierto, tengo un mal carácter, estallo en cólera cuando alguien me agrede verbalmente. Es cierto, yo no soy una monedita de oro, no lo voy a negar, pero de ahí a golpearla, a dejarle la huella de mis manos en su cara, eso no es verdad. Miente, siempre ha mentido, sobretodo, cuando no le doy el dinero que me pide… o cuando le impido que se intoxique con vino, uno de sus vicios.

¡Pero qué días perros los que he pasado aquí! ¡Qué días tan terribles y amargos! ¡Cómo no recordar mi ingreso nada triunfal a esta cárcel, a este infierno llamado cárcel! ¡A esta pequeña jungla donde hay que sacar las garras para que te respeten! Donde hay que cuidarnos el trasero para que no nos violen. Estaba esposado como si fuera un vil criminal, y vestía un uniforme amarillo, color que odiaré mientras viva porque siempre me va a traer a la memoria esta prisión. Era grande la ira que sentí entonces por encontrarme en este lugar donde muere la libertad. ¿Para qué me han traído aquí? me preguntaba. ¿Qué crimen he cometido Dios mío? ¿A quién he matado para que me tengan así? ¡Soy inocente de los cargos de los que me acusan! me daban ganas de gritarle a mis custodios en su cara. Pero la orden había sido dado, y aquí tenía que esperar hasta el día de mi comparecencia en una corte, día que esperaba con gran ansiedad para tratar de demostrar mi inocencia, día que al fin ha llegado…

Y cómo no recordar mis primeros días en esta gigantesca jaula donde estoy seguro que muchos justos como yo están presos, mientras los verdaderos criminales andan sueltos por las ciudades. Mientras la mujer que tiene algunos de los peores vicios y es la que no cumple con las órdenes de la corte, entra y sale de su departamento sin ninguna restricción de su libertad. “Es ella la que debe estar aquí, saboreando la sal del encierro”, murmuraba. Me parecía mentira que estuviera en esta celda horrible y apestosa, compartiéndola, al principio, con un salvadoreño que también había llegado por razones de violencia doméstica, y que fue una buena compañía para mí. Pero no era suficiente la presencia de este individuo con quien llegué a entablar una gran amistad. Yo quería ver a mi hijita, a mi hermana y a uno que otro familiar más. Ninguno de ellos daba señal de su existencia. “Dónde están mis parientes que no los veo…”, recuerdo que cantaba, en voz baja, parodiando un famoso vals peruano. “Perdón les pido si alguna vez les falté el respeto, si alguna vez les ofendí, pero no me echen al olvido”, suplicaba.

En esos primeros días recuerdo también que no probé bocado alguno, y no por un capricho, sino porque el hambre se me había ido, como también se me fue el sueño en las dos primeras noches por estar pensando y pensando en que injustamente me encontraba en el peor lugar del mundo. “Prefiero estar muerto en un cementerio, pero no en este sitio. Mi madre se moriría de pena al verme aquí”, pensaba. Solamente salía de esta celda para ir al baño a orinar o para vomitar bilis, solamente bilis, ya que nada tenía en el estómago. En estos viajecitos al baño comencé a comprender que me encontraba en un lugar sumamente peligroso, cuando vi una primera gran pelea entre pandilleros. También pude ver la clase de castigo que se le imponía a los que convertían la cárcel en un campo de batalla o cometían cualquier otro desorden o se les encontraba con drogas. La policía los pone en el “hueco” que como su mismo nombre lo dice es un hoyo muy profundo en la tierra donde uno no puede verse ni a si mismo porque la oscuridad es absoluta, según me dijo mi segundo compañero de celda, mexicano él, quien me dio un gran consejo: Si no quieres ir a parar al “hueco” no hagas problemas, y si no quieres “que te parta la madre” algún preso que haga algo ilegal, mantén la boca cerrada. “Recuerda que en boca cerrada no entran moscas”, me dijo. Desde entonces he tenido muy en cuenta este consejo. Por eso, nunca ha salido de mi boca ni una palabra a la policía sobre las guerras que he visto entre los grupos raciales que hay aquí. O de las peleas entre “sureños” y “norteños”, pandillas mexicanas que se odian a muerte. Tal vez porque siempre me he hecho de la vista gorda y nunca me he metido con nadie es que muchos compañeros de prisión quieren ser mis amigos. Tal vez también porque soy muy tranquilo y respeto bastante a las autoridades es que me he ganado el aprecio de algunos de los custodios.

Después de los seis días, y movido por el recuerdo de mi madre y mi hija, recién comencé a salir para comer y realizar ejercicios. “No puedo darme al abandono, mis seres queridos me esperan”, me decía a mí mismo. También salía para ver televisión, bañarme y jugar ajedrez con otros presos, con quienes me había hecho bien “collera”. Asimismo, para asistir a clases de computación, de inglés y sobre violencia doméstica. Los domingos comencé a ir a la pequeña iglesia que hay dentro de la cárcel. Ahí le pedía a mi patroncito San Nicolás que mi hermana me visitara lo más pronto posible. Nunca antes había sentido tanta necesidad de ver a mi hermana. Quería saber de mi hija y mi mamá. Pero ahora entiendo porque ella no llegaba, porque no recibía mis mensajes telefónicos. La razón: Es imposible que los que están afuera se comuniquen con los que estamos aquí adentro, sino depositan una determinada cantidad de dinero. También es necesario que nosotros hagamos la cita para reunirnos con nuestros parientes, gestión que desconocía, y razón por la que cuando ella quiso visitarme, por primera vez, no pudo verme. Vanos fueron sus esfuerzos para conseguirlo. Tuvo que abandonar este lugar sin verme, no sin antes dejar un dinerito para mí, y del cual yo pude disponer solamente algunos días después, de acuerdo a las reglas de la prisión. ¡Dólares caídos del cielo! ¡Dólares salidos de la cartera de mi hermana que así nomás no suelta el dinero porque le cuesta mucho trabajo ganarlos! Con ellos pude darme el lujo de comprar las golosinas de mi agrado y algunas de las cosas deliciosas que se venden en la tienda de esta cárcel, porque, a decir verdad, la comida que nos sirven aquí es para tirarla a la basura, no tiene sabor a nada. Además, es tan poquito lo que nos dan que siempre quedamos con hambre. Con ese dinero también me compré el par de zapatillas que ahora estoy luciendo.

Así como gracias a mi hermana comencé a comer cosas ricas, gracias a ella también tuve las primeras noticias de mi hija, ya que a partir de entonces empezó a llamarme más seguido para hacer realidad un encuentro entre nosotros, el cual se llevó a cabo pronto y sin ningún problema, al igual que las dos veces más que ha venido a visitarme en estos veinte días. En estos encuentros hemos hablado de la suerte que voy a correr en la corte, ya que como no tengo un abogado a quien pago por sus servicios, cualquier cosa podría sucederme, incluso una deportación que es lo más probable si es que el patrón San Nicolás no me da una manito… si es que no ilumina a los jueces. También he hablado con mi hermana acerca de mi hija y de las almas buenas que he encontrado en esta prisión. Aquí no solamente viene a dar la gente mala, la gente que es un dolor de cabeza para la policía y la sociedad. ¡Se equivocan! no todos los que llegan a este lugar son culpables de lo que se les acusa. Y si hay muchos que lo son, antes de condenarlos hay que entender que no todos hicieron lo que hicieron porque les gustar violar las leyes o porque tienen un instinto criminal. No todos son unos desalmados o facinerosos. Algunos son buenísima gente, como, por ejemplo, el peleador profesional que no se mete con nadie, a no ser cuando algún preso “maloso” quiere agredir a otro. Ahí interviene él para calmar los ánimos. Todos le respetan y le tienen cierto miedo. Este moreno musculoso salió en mi defensa cuando un “güero”, todo cubierto de tatuajes, quiso agredirme durante un partido de futbol. Desde entonces nos hemos hecho tan grandes amigos que nos buscamos el uno al otro para hacer nuestros ejercicios en el patio o jugar el ajedrez… o para ir a la iglesia. Su nombre es Naji y está detenido por motivos de violencia doméstica, según me dijo sin darme más detalles. Le voy a echar de menos ahora que probablemente deje para siempre esta cárcel, y me deporten a mi país. Claro, esto no sucederá si rechazo el cargo de rastraining order y acepto el cargo por violencia doméstica. Es una recomendación del defensor público que abogará por mí. ¿Aceptar el cargo de violencia doméstica, así no la haya cometido? Se dan cuenta cómo funciona la justicia. ¿Aceptar algo que uno no ha cometido sólo para salvarse de unas penas severas o para que las sanciones sean más suaves? ¿Qué clase de justicia es ésta? me pregunto tal vez por última vez en esta mi celda número 39, celda que abandonaré para siempre de un momento a otro para ver en una corte no sé si al rostro de la justicia o la injusticia. Celda que será habitada enseguida acaso por un delincuente convicto y confeso. O acaso por otra persona inocente como yo… persona que no tendrá el dinero suficiente para contratar al mejor de los abogados para que lo saque de esta cárcel en cuestión de minutos, así sea culpable o no de los delitos de los que se le acusa. Persona que al igual que yo se preguntará: ¿Qué clase de justicia es ésta?

Un grito contra la barbarie



Por Sonia Aparicio
www.elmundo.es


«¿Qué cree usted que es un artista? ¿Un imbécil que sólo tiene ojos si es pintor, oídos si es músico o una lira que ocupa todo su corazón si es poeta? Bien al contrario, es un ser político, constantemente consciente de los acontecimientos estremecedores, airados o afortunados a los que responde de todas maneras. No, la pintura no se hace para decorar pisos» (Picasso, a un periodista, tras la IIGM)

Si intentáramos explicar a un niño qué es el 'Guernica', cada uno daría mil matices, pero todos coincidiríamos en una idea común: que el cuadro más famoso de Pablo Ruiz Picasso es un grito contra el horror y la barbarie de la guerra. De cualquier guerra. De todas las guerras.

«En 'Guernica' no hay bombas, ni aviones, ni nada por el estilo porque no es una guerra u otra guerra, ni ésta ni aquella; es la manera en que Picasso muestra su rechazo a cualquier tipo de violencia de la guerra», explica Paloma Esteban Leal, conservadora del Museo Reina Sofía, donde el cuadro 'descansa' desde 1992, sometido a estrictas medidas de conservación y seguridad. A partir de ahí, cada uno de los elementos que integran el lienzo puede ser objeto de múltiples y distintas interpretaciones. El toro, el caballo, la madre con el hijo muerto, la paloma, la ventana en llamas, la bombilla en el centro, los restos del guerrero…

«Más allá de lo que digan los expertos, es interesante escuchar a las personas que no lo son», dice José Lebrero, director del Museo Picasso de Málaga, «porque si hay algo que hace estas grandes obras tan especiales, es que trascienden cualquier discurso culto o retórica histórico-artística; nos llevan a unas dimensiones y a un espacio que tienen muchas lecturas. Yo, más que decir lo que es 'Guernica', intentaría escuchar lo que otra persona cree que es».

Son muchas las teorías que desgranan cada centímetro del lienzo, la simbología y el significado de lo que el artista quiso expresar con cada una de las figuras que pintó, sus antecedentes e influencias. Dos tesis principales centran este especial. Por un lado, la que defiende el director de fotografía José Luis Alcaine, convencido de la influencia que pudo tener en la mente creadora del malagueño la adaptación que Frank Borzage hizo para el cine de la novela de Hemingway 'Adiós a las armas'. También en 'Los horrores de la guerra', de Rubens, se ha visto mucha de la simbología que recoge el lienzo de Pablo Ruiz Picasso.

La Historia del 'Guernica' comienza en enero de 1937, cuando el Gobierno de la República encarga a Picasso un gran cuadro de 11x4 metros para el pabellón español de la Exposición Universal que se celebraría ese año en París. Desde el 1 de mayo, en un ático del número 7 de la parisina rue des Grands Augustins, el malagueño invierte varios días en numerosos esbozos preparatorios —un total de 62—, antes de abordar el lienzo en blanco. El 10 de mayo empezó a pintar su gran obra de 3,51x7,82.

Pocos días antes, el 26 de abril, la localidad vasca de Gernika había sido bombardeada y devastada por la Legión Cóndor alemana. El tema corre de boca en boca entre los españoles en París y la prensa francesa también se hace eco de ello. Todos los expertos coinciden en que los comentarios populares y las imágenes en blanco y negro que publican los periódicos del ataque indiscriminado sobre la población civil y la devastación de la ciudad dan definitivamente al malagueño el tema para la obra que en esas fechas tiene entre manos.

'Guernica' es una de las ocasiones en que Picasso se implica en el tema social y deja por unos momentos su vida personal, que es lo que le suele inspirar más frecuentemente. La obra, alegato universal contra la violencia y la barbarie, viajó por Europa y EEUU —y el lienzo sufrió mucho por ello— en busca de simpatías y fondos para la causa republicana, silenciada tras el triunfo franquista, en 1939. Picasso expresó su deseo de que el cuadro no volviera bajo ningún concepto a España mientras no se restableciera la democracia. Y tuvieron que pasar más de cuatro décadas para que el 'Guernica' pisara suelo español. Un recibo de 150.000 francos sirvió al Gobierno para demostrar la propiedad de su encargo. El 10 de septiembre de 1981, el 'Guernica' aterrizaba en el aeropuerto de Madrid-Barajas.

                                                   Foto: Pablo Ruiz Picasso

“Chancadito”…... Historia de un inmigrante



¡Vinny, Vinny the sweeper section number two, apúrate puñeta! Gritaba Ronie por el altavoz que se escuchaba por todo el grandísimo warehouse.
Venancio, que era su nombre real se alegraba que lo llamara su supervisor favorito y se reía de la frase que utilizaba para hacerlo mientras repetía – puñeta, puñeta, puta que pendejo el boricua -
Lo primero que me dijo cuando lo conocí fue lo difícil de acostumbrarse a trabajar en el tercer turno y que hiciera todo lo posible por mantenerme despierto. Comenzar a las nueve de la noche y terminar a las cinco de la mañana o más no era una tarea fácil.
Durante ese tiempo las pase negras por que me dormí infinidad de veces y hasta soñaba mientras caminaba, bastaba recostarme contra la pared para que Morfeo se hiciera presente invitando al profundo e inmisericorde sueño.
Despertaba sobresaltado y asustado entre cajas y paletas dentro de un camión que me había tocado trabajar preocupado por si había algún supervisor cercano que me pudiera reportar.
Vinny me dijo entonces que era mejor turnarnos para dormir alguito siquiera una media horita. Así buscábamos un camión en la puerta de carga más lejana y mientras uno dormía el otro laboraba cerca para pasar la voz a tiempo y no pase nada que pudiera perjudicar nuestro trabajo.
Al igual que yo él manejaba el montacargas o fork-lift como también se le conoce y lo hacia muy bien, ya tenia como seis meses en el puesto y estaba bien considerado en la compañía. Siempre me repetía que Ronie el boricua supervisor de su sección, era un excelente tipo gran colaborador aunque bastante exigente.
- Puta hermano a mi me ha ayudado bastante este boricua por eso cuando me pide un favor yo vuelo, sabes que le encanta la jalea y la parihuela, se muere por esos platos.
Así mientras me contaba lo del boricua íbamos a los Valles Encantados un conocido restaurante de comida peruana a pedir la famosa parihuela para Ronnie.
A las ocho y media de la noche ya estábamos en la esquina de Rodgers con la avenida Harrison esperando el carro que nos llevaría a DOGO Inc. Así se llamaba la compañía donde trabajábamos.
Cuando ya tuve una semana en el puesto recordaba el primer día que Tavo el chofer de Abecco, nuestra agencia de empleos, me pasó la voz para este nuevo puesto en la noche.
Llegué entonces a la esquina de siempre y encontré a Vinny esperando también la movilidad. Cuando llegó la camioneta y entramos pude ver a dos personas, uno se llamaba Rafael y el otro Omar, sí, el mismo que tuvo la bronca con Charlie.
Partió el carro raudo rumbo al trabajo a pasar la primera noche, la prueba de fuego con la consigna de no quedarse dormido.
Éramos cuatro los que estábamos designados a ese warehouse y además todos hispanos que sentíamos muchas veces el racismo de parte del personal, especialmente de los afroamericanos.
Vinny era algo extraño y definitivamente ya tenía muchos demonios dentro que se manifestaba en su trato por ratos algo hosco y violento.
Conforme iba conociéndolo me di cuenta que no tenia amigos, digamos gente que pudiera frecuentarlo. Siempre hablaba de su estadía en California y cualquier tema lo relacionaba con California que allá era chevere, que allá estaba su novia y siempre repetía que iba a volver para quedarse definitivamente.


Alguna vez me contó de lo difícil que fue su niñez de un padre que lo rechazaba, de las golpizas que recibía por sus travesuras y sus malas juntas, de los problemas familiares y la marginación de parte de ellos que lo marcaron convirtiéndolo casi en un resentido social, alguien que solo buscaba algo de cariño donde sea donde fuera. Me decía que trabajó de todo en Lima, pasando por ambulante, palanca de microbus y cargador de verduras y papas en la parada. De su suerte con las mujeres frase que repetía siempre ufanándose de ser un don Juan cosa que parecía solamente una fantasía que albergaba inocentemente en su cabeza como una suerte de aliento personal para su casi ausente amorío con las féminas.
Me fui dando cuenta que era difícil ser su amigo por que él consideraba la amistad casi como una propiedad. Así aunque parezca increíble él decía o decidía quienes podrían ser las amistades de sus amigos.
Vinny consideraba a Omar su enemigo por lo tanto yo estaba prohibido de hablarle y cuando lo hice me gané su eterna bronca.
El warehouse era grande muy frío durante el invierno, los portones estaban siempre abiertos para la llegada de los camiones. Había que usar botas, jackets gruesos, guantes y en lugar de gorras era mejor un pasamontañas por que protegía el rostro, sin contar los polos y pantalones térmicos
Para calentarnos un poco íbamos a ayudar a don Pepe que era como nuestro jefe.
Él se encargaba de encender los calentadores que se colocaban en los camiones para que no se frisen ciertos productos, estos calentadores eran una especie de cocinas delgadas y altas impulsadas a gas.
Así pasábamos algo cómodos mientras afuera la nieve caía pacientemente derramando su blancura por calles, techos, puentes y carreteras de esta vieja ciudad no dejando escapar ni el recodo más escondido de un basement. El viento de cuando en cuando rompía la calma empujando ahora la suave nevada dentro de los portones, dificultando el trabajo de cargar los camiones imponiendo sanciones a nuestros cuerpos castigando nuestras manos.
Acabada la tarea de los calentadores regresábamos a manejar el fork-lift, manteniéndonos siempre en movimiento por que el inmisericorde frío nos llegaba a los huesos nos congelaba hasta el pensamiento
Así a veces sentado en algún portón miraba el espectáculo nocturno de puentes y carreteras que más allá desembocaban en el puerto de Newark, autos y camiones desfilando unos tras otro interminablemente brillando sus luces como un árbol de navidad. Me preguntaba entonces como llegué a parar aquí lejos de mi país, como podía haber salido dejando a la familia como uno de tantos. Me preguntaba entonces que cosa vendría después, como terminaría esta historia y cuando traería a mi familia. También asomaba el miedo a vivir solo como muchos inmigrantes viendo crecer a sus hijos a la distancia conviviendo con sus seres queridos a través del teléfono y el internet. Extrañaba a mis hermanos, a los amigos de toda la vida, a la Lima querida, húmeda, nublada, sucia, con ambulantes, microbuseros y todo; igual la echaba de menos igual los recuerdos se juntaban haciéndome un nudo en la garganta.
Encontré una noche a Vinny trepado en uno de los andamios que se usaban para guardar la mercadería, estaba allí agazapado con unos binoculares mirando hacia uno de los portones.
Le pregunté que pasaba y que era lo que miraba, horas después mientras cenábamos me contó que estuvo chequeando a un pendejo que se escapaba todas las noches. Ese tipo era Omar apodado “Rambo” que estaba cansado de sus jodas, decía que era un abusivo y que finalmente uno de los dos tenia que irse luego haciendo ademanes con sus manos terminó diciéndome
- Y por supuesto que quien se va, no es precisamente este pechito –
- Ya te he contado que yo me tumbado un montón de cabrones que se creen mucho, que se la pegan de mandones, especialmente hispanos que son mas abusivos que los gringos.
- Llevo cinco años aquí en este país y lo que he aprendido es que no te puedes dejar pisar por nadie ni de a vainas por que estos pendejos y abusivos joden, joden a su propia gente.
- Suave Vinny take it easy Vinny, puta tampoco te creas tanto cabrón.
- Es que tú no sabes nada pues huevón, eres nuevito, te cuento para que no te jodan.


A Vinny si teníamos que reconocerle que era un excelente trabajador muy disciplinado, inteligente y perfeccionista; casi un vicioso del trabajo creo que para él ya no era un oficio era mas bien una obsesión.
Era una forma de mantenerse ocupado y que su cabeza no piense no se diera cuenta que la soledad lo agobiaba, no quería sentir la ausencia de amigos esa falta de amor de parte de su familia. Deseaba olvidarse de sus propios demonios de sus odios cansado de ser un marginal deseaba simplemente estar ocupado dormir y luego comenzar otra vez.
Poco a poco iba descubriendo que perdía sus amistades y no podía controlar su genio su carácter lo traicionaba y terminaba siempre como el escorpión, haciendo daño.
Nunca tuvo buenas relaciones con sus colegas del trabajo salvo con Don Pepe a quien si respetaba por su edad.
Así una noche comprobó que “Rambo” se escapaba del warehouse por algunas horas en la madrugada, continuo siguiéndole los pasos logrando que lo sorprendiera el supervisor boricua Ronnie y por lo tanto le echara el ojo hasta que finalmente una noche le comunicaron que estaba despedido.
Omar que si tenia papeles nunca imaginó que su “lorna” e ilegal a quien ellos lo llamaban “chancadito” le hiciera tremenda jugada para botarlo del warehouse, cosa que se enteraría muchos meses después.
De allí para adelante Vinny se sintió el rey del warehouse era un pavo real que hacia ostentación de su poder y además insinuaba que se le tenia que temer.
Un buen día muy temprano coincidimos en la panadería Fajinhas siempre llena de gente haciendo cola para el pancito y el cafecito misma casa del jabonero, el que no cae resbala. Casi todos se conocen, ahí estaba también la famosa señora que dicen cubana, algo gordita ya entrada en años, sentada en su mismo sitio tomando su café al lado de su inseparable bastón. Ella paraba allí casi todos los días como parte de la escenografía de ésta concurrida panadería de la ciudad en el 2001.
Nos saludamos con Vinny y nos sentamos a tomar desayuno a pesar que nuestra amistad ya no era la misma. Me estuvo comentando del trabajo, reclamándome sobre unas paletas que yo habría movido sin su autorización. Solo me reí y le dije que no estábamos en el trabajo y que se olvidara del asunto.
De pronto me dijo – Puta este vaso esta medio quebrado voy a cambiarlo – Yo le dije que solo estaba un poco chancadito que no era para tanto.
- Oye esta chancadito como tu – le dije sonriendo.
Se molestó de la broma y me preguntó repetidas veces quien le había puesto esa chapa.
En realidad yo sabía quien se la puso pero no era necesario decírselo él insistía saber por que ese sobrenombre, yo le daba gusto con algo de maldad.
- Dicen que por la carabina compadre, ósea la pepa, el cacharro pues Vinny - El miraba como distraído a otro lado y repetía – chancadito, no, chancadito; puta que pendejos.
Vinny un poco alzado y vanagloriándose de su supuesto poder y de considerarse fijo en el trabajo cometió el error de sentirse intocable.
Como ocurre siempre la temporada baja llegó y diariamente salíamos mas temprano de lo normal pero Vinny siempre salía más tarde para acumular sobretiempo.
Recibió un aviso de la compañía por esta acción pero él continuo sin hacer mayor caso.
Vinny seguía enceguecido por su vanidad y el abuso del sobretiempo paso a mayores. Una noche al llegar a la ventanilla del gringo Fred, rutina que hacíamos todas las noches al llegar al warehouse y éste le dio la mala noticia que ya no pertenecía a la empresa y por lo tanto sus servicios habían terminado esa misma noche.
Estaba yo afuera del warehouse junto al camión de comida comprando un café, cuando bajo él y me dijo algo. La noche estaba fría y aunque no había nevado soplaba un viento helado que nos hacía temblar. En ese momento entraban una serie de camiones que llegaban para dejar su carga haciendo un gran ruido. No lo escuche bien y cuando pasaron los camiones y el ruido me dijo que necesitaba un taxi para ir a su casa. Él no sabía mucho de este servicio por que siempre esperaba a alguien que lo llevara hasta el paradero más cercano para tomar su bus. Le dije que de allí a casa le iba costar mas o menos veinte dólares y luego de aceptar le pedí la movilidad.
Mientras esperábamos el carro se quedó callado y no habló absolutamente nada así estaba Vinny el sabelotodo el que se creía intocable estaba jodido. Quizás recordaba ese momento nuestras conversaciones cuando hablamos que mucha gente creía que los gringos eran uno cojudos y que uno se los podía pasear cuando quería, nada mas falso y nosotros que habíamos visto bastante lo sabíamos él lo sabia. Vinny que había peleado contra los abusivos y pendejos de todas las factorías había terminado igual que ellos haciendo ostentación de su poder y de cuando en cuando jodiendo a los novatos. Cuando apareció el taxi nos acercamos y abrió la puerta, con la mirada distraída me dio la mano mientras repetía – me botaron, puta me botaron, que pendejos, que pendejos. De pronto inesperadamente antes de entrar al taxi me dijo
- Mira el faro de este carro, aquí en este costado, te diste cuenta, esta chancadito, jeje chancadito como yo – me dijo sonriendo.
- Oye Vinny, mientras puedes ir a buscar chamba en Abecco o en el Mostro.
- Mira compadrito este pechito nunca, me escuchas, este pechito nunca se va a quedar sin chamba huevón, yo mismo soy, mañana mismo me consigo otra cosa mejor que esta
El taxi partió y se llevó a Vinny dentro con todos sus resentimientos y sus odios, algo era cierto Vinny nunca se quedaría sin chamba como él decía por que la chamba era su vida el mejor remedio para olvidar sus pesadillas.
Como muchos otros el derrotero para un ilegal estaba otra vez en su punto de partida

“Antonio, el Ché”…… Recuerdos de un inmigrante



Por: Néstor Rubén Taype
“No ché no bebo, no puedo, te acompaño con un jugo de naranja nomás, mirá ché como te estaba diciendo, al principio tenés que luchar con la soledad con esa falta de compañía entonces más que recibir cariño vas a tener la necesidad de darlo a quien sea pero darlo, por eso esta bien que tengas planeado traer a tu mujer y tus hijos ché.
Los que vivimos solos tenemos a la soledad como compañera, unas veces se va pero siempre regresa ché. Cuesta mucho saber si estas enamorado o simplemente querés llenar ese vacío que tenés; por eso vas a ver tantos casos de engaños de gente que dice ser esto y es lo otro, tratando de sacarte el máximo provecho económico.
Mirá ché…….están pasando el resultado de las elecciones, va ganando ese Bush, ojala no gane….. ojala no gane.
Yo solo me casé una vez ché, ósea me casé por amor solo una vez, aquí soy casado dos veces para facilitar papeles. Si, me casé en Brasil pero soy argentino de Córdova a mucho orgullo solo que viví como diez años en Brasil en Sao Paulo, y allí me casé con una morena brasileña muy linda, muy linda pero falleció, falleció al año de casados y de allí nunca más me enamoré creo que mi amor murió con ella.
Me fui al Paraguay que esta allí cerca nomás y viví en una comunidad indígena y fíjate ché que aprendí a hablar el guaraní, y cuando iba a los mercados de la ciudad por allí encontraba algunas personas que hablaban en guaraní y yo me metía en la conversación y me miraban muy raro, y me decían como podía hablar su lengua sino era paraguayo eres muy blanco me decían.
Sabes que un buen día cansado de la rutina me fui a trabajar a los desiertos árabes, si , así como oyes terminé en Arabia Saudita trabajando en los pozos petroleros, mirá esta foto este flaco con barba soy yo estoy muy joven fueron seis meses no soporte más ché.
Es que no podés imaginar el calor que hace allá, no te podés imaginar, parece que el sol estuviera a un metro de tu cabeza ché es increíble, me vine para la Argentina y de allí el año setenta me vine para aquí viví entre Newark, Harrison y Kearny, siempre en Nueva Jersey.
Pase de todo ché me cogió inmigración muchas veces, dos veces fui deportado pero volví a venir hasta que arreglé mi situación. Así que no te preocupes si inmigración te detiene tu tranquilo nomás si no pones resistencia ellos no te van a esposar ni nada, luego te dan un tiempo para que te presentes al Juez y de allí un plazo para que dejes el país y aun puedes apelar si tenés algo en que apoyarte.
No hagas caso a lo que la gente habla ché la gente siempre habla igual que la televisión, vas a escuchar que detuvieron a fulano de tal solo por ir de compras o por que se acercó a las oficinas de inmigración y te dicen cuidado no vayas, no nada de eso.
Toda esa gente que detienen es por que tienen problemas con la ley, drogas, robo, estafa, en este país en tanto no hagas daño a nadie, pues nadie te jode ché.
Yo me acostumbré a vivir con mi soledad y como te decía nunca más me enamoré, aunque si tengo una novia en Argentina es una buena señora ché pero es de la religión, tu sabes, y bueno me ha querido bautizar como tres veces y yo no puedo ché, soy católico no me gusta otra religión. Ella me dice no comas esto, no hagas lo otro, eso es pecado y mira ché yo no entiendo.
Mirá ese tipo Bush sigue adelante, al flaco Kerry le falta más energía o quizás esté jodido por el escándalo de Clinton, pero sabes yo prefiero a los demócratas, tiran más para el pueblo.
Como te digo la gente aquí viene a hacer dinero y trabaja muy duro, dos turnos tú sabes doble sueldo y así va ahorrando. Aquí lo que no falta es trabajo entonces cuando no haces plata te miran mal como a mi, dicen que no progreso y bueno ché para que te voy a negar estoy igual o peor que cuando llegue.
Pero aunque tú dirás que no fumo, no bebo tengo un vicio que es peor que todos esos: soy jugador ché un apostador incurable.
Gané mucho dinero sabés, gané una noche en el casino ochenta mil dólares.
Me fui a la Argentina y al Brasil, en seis meses no había nada, regalé mucho dinero a la gente pobre, mucha pobreza ché en todo lugar.
Ahora estoy aquí solo otra vez en mi cuarto y veo fantasmas estoy mal de los nervios, escucho ruidos a veces hablo solo, no sé.
Por eso a veces traigo alguna doña de esas que están solas como nosotros, de las que hay tantas ché en las factorías tu sabes trabajan duro, les digo que necesito un poco de cariño y bueno no todas aceptan algunas me dicen simplemente no y otras se ofenden y me insultan, pero no falta una que siempre acepta, es que también necesitan compañía sienten lo mismo que nosotros ché.
Al final tengo al de  compañía,  llegamos a ser amigos, vienen a cenar los fines de semana, desayunan conmigo estamos juntos y yo siempre les dejo una buena propina, tienen garantizado comida y discreción de mi parte. Bueno ché creo que ya hable demasiado, andá, andá que se te hace tarde trabajar de noche es muy duro que te vaya bien.
….Esperá ché, esperá ¿viste? … nos jodimos ahí está el resultado, ganó Bush ché, ganó, que mala suerte, que mala suerte nos espera ché”

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