El General Velasco y el Grupo Cinco


Estábamos en la clase de Historia Universal cuando de pronto nuestro profesor Valencia interrumpió la clase para decirnos que se había dado un golpe de estado al Gobierno Constitucional del Presidente Belaúnde.
Cursábamos el tercer año de secundaria en el Riva Agüero de Chorrillos y hasta allí conocí una Lima bastante marcada por las clases sociales por las historias contada por mi madre sobre los ricos y los pobres, una ciudad que ya tenia invasiones en los arenales de Villa y en las que yo ya había pasado algunos años y sabia lo que era eso.
Pero hasta esa fecha sabia algo como que éramos los lideres mundiales en la producción de harina de pescado, que teníamos las riquísimas frutas Huando, contábamos con una cadena exitosa como de los Supermarkets, con tiendas como la Casa Oeschle, Monterrey, Tiendas Tía , Kelinda, Sears entre las mas importantes. Teníamos una línea aérea nacional llamada Faucett fundadora de la aviación comercial en nuestro país, además de una internacional como APSA (Aerolíneas Peruanas S.A.)
Era un Perú que en los sesenta y cinco había vivido la experiencia de la guerrilla de Luis de La Puente, Milla y Lobatón; igualmente en la sierra el alzamiento de Hugo Blanco.
Una guerrilla inspirada en la revolución cubana y algo sonadora en la que la que también murió el poeta Javier Heraud en la selva de Maldonado.
Ya vivía muy cerca de la Universidad San Marcos y desde allí me iba hasta Chorrillos tomando dos buses hasta mi destino. Primero esperaba la línea 7 de Lima-Callao que lo tomaba frente a la Fabrica D’onofrio en la avenida Venezuela y este bus me llevaba hasta la avenida Wilson donde esperaba el conocido BUSSING, así lo llamábamos, administrado por la Municipalidad de Lima.
Todo este transporte urbano estaba ordenado, tenia sus paraderos bien señalizados y que debíamos respetar, si uno esperaba en alguna esquina no autorizada el bus no se detenía.
Recuerdo que con mi madre íbamos a visitar a sus amistades en el barrio de Santa Cruz Miraflores y tomábamos un bus llamado el Urbanito y compraba mi mama el boleto de ida y vuelta, inimaginable poder hacerlo en los noventas. En fin recuerdo una Lima algo ordenada en mis trece años con que contaba en ese entonces.
Me imagino también que era la época del abuelo de Jaime Baily cuando describe el Jirón de la Unión, en su novela Los Últimos Días de La Prensa cuando dice a su nieto que era este lugar donde la gente decente paseaba y salía a conversar y mostrar sus mejores ropas, un lugar donde no había los serranos y cholos que hay ahora.
Una clase social predominantemente racista como cuenta nuevamente Baily en su novela “Yo amo a mi Mami” de su empleada tan buena que le pregunta a su mama si ella se muriera se iría al cielo. La mama le dice que si pero ellos los cholitos tienen “otro” cielo.
Era pues un Perú diferenciado claramente entre blancos e indios, entre ricos y pobres y que estas diferencias habían sido sacudidas durante la guerrilla del 65.
El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas al mando del general Velasco Alvarado, hombre de origen humilde, comenzó con reformas no todas con éxito pero que de alguna manera cambio el escenario nacional.
De todas ellas la mas impactante fue la Reforma Agraria con el lema “Campesino el patrón ya no comerá mas de tu trabajo”
Esta reforma tomo a los mismos campesinos de sorpresa pues la mayoría de ellos luego de recibir sus tierras las vendieron y se vinieron a Lima.
Las grandes haciendas pasaron a dejar el verde de sus árboles para dar paso al cemento inmisericorde, naciendo las urbanizaciones: un buen ejemplo los Cedros de Villa, en lo que fue la bellísima Hacienda Venturo, lugar que conocí de niño en todo su esplendor.
Paradójicamente la belleza del Hacienda contrastaba con la pobre vida cotidiana de sus campesinos y obreros al mismo tiempo, familias enteras que trabajaban para el patrón y vivían en la misma hacienda.
Los arenales de Lima se comenzaron a llenar de invasiones y los provincianos llegaban a montones causando un desorden y caos a una ciudad que no pudo avanzar ni prepararse para esta gran demanda poblacional con ansias de ocupar un espacio y que llegaban con su estera bajo el brazo. Aquí recuerdo mis seis años de edad cuando amanecí una mañana en una caja de cuatro esteras sin techo y al salir a la puerta estaba en un tremendo arenal y alrededor de mi “casita” había otras más todas iguales como recortadas en papel.
Acabe la secundaria y seguía viniendo yo a Chorrillos para ver su bellísimo desfile del 29 de Junio celebrando el día de José Olaya. Cada año veía que el caos vehicular iba en aumento, ya no se respetaba paraderos ni se daban boletos y los micros aumentaban día a día inundando Lima con su smog sus ruidos y sus malcriadísimos “palancas”
Un buen día o un buen año el desfile escolar de Chorrillos en la asistían con sus mejores galas los colegios particulares compitiendo con el uniforme tradicional de los colegios del estado, perdió su colorido para dar paso al blanco y plomo de la igualdad.
El año 73 ingrese a trabajar a una compañía en la Plaza San Martín y todavía era un lugar tranquilo y agradable hasta que llegaron los carritos con anticuchos y choclos, la Plaza San Martín era una feria diaria y los primeros gays, aunque así no los conocían aun, estos precursores del tercer sexo salían algo temerosos al atardecer a pesar de las golpizas que eran presas al llegar la noche. Era casi un deporte luego de una “tranca” salir a golpear a estos “muchachos” , esto como un comentario secundario ajustado a ese tiempo, pero que es otra historia.
Creo por lo que vieron mi ojos siempre pensé que Don Velasco Alvarado fue el gran causante del abrumador desorden y caos de la ciudad de Lima, siempre quedo la pregunta del por que no acondiciono el terreno, por que no preparo al campesino para su nueva tarea y hacer un cambio ordenado de la sociedad de esa época.
Pero se tuvo que esperar casi cuarenta años para ver que nuestro campesinado, nuestra población indígena desembalsado en los sesentas por la Reforma Agraria, no se amilano frente a una ciudad racista tanto de la clase pudiente como de sus propios paisanos blanqueados por la leche de tarro de la capital.
Luego de tantos gobiernos diferentes, luego de una guerra sangrienta como la de Sendero y el MRTA ni su música, ni sus costumbres propias de cada pueblo se perdieron, ni tampoco su lengua despreciada por los entendidos desapareció.
Ahora Lima se rinde con series en la televisión de las cantantes folklóricas que antes solo se escuchaban en las madrugadas por radio Inca y sus presentaciones en los coliseos que eran una suerte de “getthos”
La “Chicha” esa música mezcla de cumbia con huayno inventada por los provincianos- limeños que eran famosos por las tremendas broncas que se daban en sus locales allá por Paseo Colon, logro imponerse finalmente. Allí están como ejemplo el grupo Baretto dándole duro a la música de Juaneco y su Combo, también el grupo llamado Radio Huayco y sus fusiones, pero el que tiene ahora el máximo galardón y todo lo que toca se convierte en oro es el famoso Grupo Cinco.
Y el quechua apareció en la música de Damaris ganando el Festival de Viña el 2008 con su tema Tusuy Kusun, dándoles nuevas pinceladas a la música andina, en esta misma línea esta el Grupo Maru y su líder Ruth Huamani. El tema que William Luna hace de Valicha en un tono suave y en quechua es realmente precioso.
Esto por citar algunos de los artistas que están de moda de los muchos que cultivan la música andina que a pesar de ser jóvenes buscan a través de este medio ir a sus raíces con un toque de modernidad y hacer más digerible imponiéndoles nuevos estilos.

Cuarenta años después no se si visionario o no, el General Juan Velasco Alvarado rompió esquemas que el mismo quizás no había imaginado, pero obviamente que no era una medida política que iba a cosechar inmediatamente; pienso ahora que fue una cambio necesario. Esto no es el final por supuesto, pero creo que es el principio de un reordenamiento social que ya se esta dando, una ciudad como Lima que esta reprogramando su silueta con cambios viales trabajados actualmente por el alcalde de turno para unir a distritos y pueblos jóvenes superpoblados por las invasiones. El racismo no desaparecerá pero por lo menos ha disminuido con las sanciones impuestas por la autoridad a ciertos locales, antes “exclusivos” Los millonarios han cambiado de color y no solamente tiene dinero la gente de apellido conocido, muchos comerciantes de Gamarra han adquirido fortuna, como los futbolistas de origen humilde y de todos los colores.
El caso del Grupo Cinco es relevante citarlo por que a través de la música puede unir a todas las clases sociales, su ritmo no pide permiso ni es segregacionista, simplemente gusta. A logrado entrar a todos los lugares con su nuevo estilo esta cumbia peruana tan satanizada durante su nacimiento encontró en ellos a uno de sus mejores interpretes haciendo que su sabor los disfruten todas las sangres que mueva a ese triciclo llamado Perú de Cachuca y los Mojarras.

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