El Colegio Riva Aguero.y sus estrellas.

Foto tomada de la website www.peruanosenatlanta.com

Por: Néstor Rubén Taype
Dejamos Villa luego de cinco años de permanencia, era un enorme arenal que recién había sido lotizado y del cual nosotros fuimos parte. Se llamaba la Asociación Agropecuaria Las Delicias de Villa y cada vecino se benefició con mil metros cuadrados, con la condición de hacer sembríos domésticos y la crianza de animales. Así fuimos a vivir a la nueva y recién inaugurada Urbanización Palomino, en ese entonces con cuatro zonas, de las cinco que tuvo después. Dada la lejanía para el colegio mi madre decidió que me quedara a vivir por un año en Chorrillos, precisamente en la Urbanización Los Laureles, en casa de mi tía. Compartí entonces doce meses de estadía con mis tíos y sus nueve hijos. Era el año 1968, estaba yo en el segundo de secundaria en la Gran Unidad Escolar José de la Riva Agüero y Osma. No era en realidad un colegio grande en tamaño como lo era el Bartolomé Herrera, Alfonso Ugarte o el Eguren. Fue exactamente en este año que el General Juan Velasco Alvarado derrocó al Presidente Constitucional Don Fernando Belaúnde Terry. Pronto llegaron los cambios incluyendo a nosotros los estudiantes pues se eliminaron algunos cursos y se cambió el horario.

En aquel entonces el colegio tenía como director a don Lizardo Guillen Collado, si no me equivoco, autor de libros de secundaria sobre Historia Universal. Me viene a la memoria algún nombre como el profesor Huasasquiche de Historia del Perú, el profesor Rodríguez de matemáticas, que le llovía de todo en clase. Don Félix Arias Shereiber, profesor de literatura, a quien recuerdo como un excelente maestro. Tenía la costumbre de contarnos, no leernos, obras literarias como, El Rey Lear, Otelo, Macbeth y en el salón reinaba un silencio sepulcral y pobre aquel que hiciera bulla o una payasada, no le decían nada, pero al final recibía un “apanao” de la gran flauta. También recuerdo al profesor Valencia que era todo un caballero y un perseverante consejero.  
Al “ticher” de inglés quien era un tipo alto y que no recuerdo el nombre, pero si su apodo “cachapato” siempre terminaba gritando por la bulla tremenda y la chacota de los alumnos. Acostumbraba a usar sus pantalones algo apretados y altos que dejaban ver sus medias blancas y sus enormes zapatos, como el dibujo de una tira cómica. De los auxiliares estaba un tipo algo maduro a quien le decían “James Bond” porque se manejaba una buena pinta y no se le escapaba ninguna secretaria. Teníamos al auxiliar Peres, muy buena gente, el auxiliar Rojas más conocido como “Nino Goyito” quien era bien bravo y andaba con su regla en la mano para castigar al primer travieso. Era este auxiliar que en aquel entonces ya utilizaba la famosa frase ¿qué tanto me mira alumno, quiere una foto mía calato? Muchos años después inmortalizada por Gustavo Bueno en la película peruana “La Ciudad y los Perros”
Compartí mi carpeta con el alumno Tapia por casi los cinco años, mataperreaba con Víctor Lazo Osorio y otro alumno apellidado Soto. Era el “chino” mal llamado chino, pues su apellido era japonés: Yamamoto, aunque en realidad era Palomino Yamamoto, pero todo el mundo lo llamaba por su segundo apellido. Fue primer lugar en los cinco años de la secundaria, era un genio que nunca tenía plata para comprarse un “sanguche” en el recreo y que convidábamos a cambio de que soplara en los exámenes. El bibliotecario era un señor calvo de bigotes quien en cuanta oportunidad tenia nos recordaba la desgracia de haber perdido la guerra con Chile. - ¡Estudien, estudien, sean algo en la vida, no se olviden que los chilenos nos ganaron por ser nosotros unos ignorantes y brutos, lean libros, edúquense caracho! Por esta razón su chapa fue “Chileno” y nadie sabía cómo se llamaba, solo decían – hoy toca biblioteca con el chileno, la cagada hay que aguantarlo nomás. Mil novecientos sesenta y ocho la hora del recreo en el colegio, pan con chanfainita en el kiosco, ufff......o pan con pejerrey y su Inca Kola o Kola Inglesa.
Sonaba en el patio la música de los Ángeles Negros de moda en esos años, música que era manejada desde la oficina de la secretaria, seguramente fan enamorada de este grupo. Todos los alumnos en el patio, allí estaban los famosos hermanos Nahaamias, no sé si de familia judía o árabe, eran brillantes alumnos, miembros selectos de la escolta en los desfiles. El joven Héctor Rosas Padilla quien ya había publicado un pequeño libro de poesía prologado por el profesor Ponce de León. Eran poemas de amor de un joven seguramente enamorado y quien en la primera página dedicaba su libro a una estudiante del colegio Brígida Silva de Ochoa y compañera del salón de mi hermana. Eran estos algunos de los muchos estudiantes de moda o “famosos” en el colegio por sus cualidades en las que destacaban. Pero en el recreo todos los días se hacían círculos en medio o al costado del patio en la que siempre íbamos a sapear los de grados menores como nosotros.
- Oe vamos a escuchar los chistes del chato, ese pata del quinto que cuenta unos chistes buenazos.
Nos acercábamos como podíamos y en el centro estaba un muchachón gordito, sonriente, parecía que había nacido así, alegre con la sonrisa enclavada en su rostro para siempre. Agazapados en el círculo de gente estábamos acercando el oído como podíamos para escuchar el siguiente chiste que celebrábamos con una bulla tremenda. De pronto nos comenzaban a botar – hey tu afuera tú también y tú chau, váyanse - Luego escuchábamos una voz que decía – ¡que boten a los chibolos que va a contar un chiste rojo carajo! En cada actuación que se celebraba en el colegio por alguna efeméride o fecha especial como el Día de la Madre, venían artistas para amenizar la celebración. Así muchas veces tuvimos la participación de un joven que decían pescador de la bajada de Chorrillos y que destacaba como buen cómico llamado Román Gámez.
Pero ya nuestro crédito era pedido para salir a actuar y desde la fila de alumnos se escuchaba – ¡Que salga Pereyra! ¡Hey Pereyra, ya pe no te chupes! Y por supuesto que no faltaban los empujones y uno veía al gordito embestido casi cayéndose en el patio y regresando nuevamente a su formación. Cada actuación en la escuela la escena se volvía a repetir hasta que un día, como siempre son las cosas, con esa frase “hasta que un día” el profesor Ponce de León quien fungía de maestro de ceremonias dijo – que el alumno Pereyra salga al escenario –El griterío se inició y desde la formación salió un gordito cargado en vilo por sus compañeros que lo lanzaron al estrado directamente, sin permitirle siquiera utilizar las pequeñas escaleras traseras. 
La formación era una fiesta, todos gritaban y ahora querían ver en el escenario grande a su compañero que cada recreo los divertía con sus chistes e imitaciones. El alumno Pereyra se puso de pie, se sacudió un poquito del polvo por la caída abrupta que había tenido y ensayando su mejor sonrisa dijo “gracias compañeros por ayudarme a subir” bastó esa frase y todo el mundo hecho a reír.
Señor director, señores profesores, invitados, alumnos todos…gracias por la oportunidad de permitirme….cuando de pronto no faltó una voz desde la formación que dijo ¡ya pe Pereyra suelta el primer chiste!  Comenzó la fiesta y el gordito demostraba un tremendo dominio de escena y se lanzó con los chistes que se pedían desde la formación, ¡ahora la del loro y el pirata! ¡de los borrachos! Pereyra seguía dándole a su show y ya se vislumbraba el showman que llevaba adentro.
- Entonces se encontraron dos chicos, esos que de lejos parecen y de cerca son ¡siiiiiiiii!

Mientras  hacía gestos que parodiaba a estos “muchachitos”  los profesores también lo disfrutaban, tratando de reírse conservadoramente.
Luego continuarían sus imitaciones de Tulio Loza y la mejor, de Don Nicomedes Santa Cruz y su famosa décima “La Escuelita”
- ¡La  del confesionario, la del cura! - gritó otro alumno, en tanto que antes de iniciar el chiste Pereyra miraba de reojo y una sonrisa nerviosa asomaba a nuestro profesor de religión, el sacerdote franciscano don Giovanni Batista, que de la bondad franciscana no tenía nada y más bien parecía de la Santa Inquisición, seguramente esperando que tan rojo seria ese chiste de curitas. Al final se despidió como tres veces y la gente no quería soltarlo hasta que en determinado momento nuevamente se escuchó la voz del conductor de la ceremonia diciendo – Nuestro agradecimiento al alumno Pereyra y se ruega por favor pasar a formación. levantó   las manos y haciendo la voz del profesor Ponce de León se despidió diciendo – estimados alumnos por orden del señor director mañana viernes se declara asueto para todos. La formación era un loquerío y a partir de esa fecha el alumno Luis Pereyra fue infaltable en cada fiesta que se celebraba en el colegio.  Recuerdo esa época gratamente de un Chorrillos que cada 29 de Junio era una fiesta, una colorida fiesta. Día de San Pedro y José Olaya. 
El desfile escolar en el malecón con la participaron de todos los colegios, particulares y privados, como el Niño Jesús de Praga, el Chalet, el Pedro Ruiz Gallo, el Brígida Silva de Ochoa y por supuesto nuestra Gran Unidad Escolar, José de la Riva Agüero. A este desfile asistía nada menos que el mismísimo Presidente de la Republica. Los juegos mecánicos que llegaban a la Avenida Huaylas, la principal de la ciudad garantizaban una semana de festividad, era el Chorrillos del Agua Dulce y la Herradura, del Morro Solar y la famosa Cancha de los Muertos. Lugares donde la muchachada traviesa se tiraba “la pera”Fue nuestro crédito rivaguerino un artista “bautizado” como “Panchorizo” que luego se haría profesional y compartiría escenario con los mejores cómicos y artistas de nuestro país.
Todos estos recuerdos se me vinieron a la memoria a propósito de Lucho Pereyra y el Riva Agüero.

Sangre de Hermanos, de Ignacio López-Merino



 Por: Néstor Rubén Taype
Gregorio “Goyo” Olazábal es un muchacho de clase media limeña e hijo de uno de los médicos más respetados de aquella época. Si bien es cierto que goza de todas las comodidades y un espacio en la sociedad capitalina, su familia no las lleva todas consigo, pues su madre lejos de tener la reputación del padre, es una mujer consumida por su debilidad alcohólica y un lastre doloroso para él y su entorno.
Dentro de todo este escenario él trata de hacer su vida como la de cualquier adolescente y se enamora de una linda muchacha compañera de su niñez, pero cuando andaba gozando de esos amores primaverales propias de su juventud, se encuentra con la novedad que el Perú se estaba enfrascando en una guerra con el país vecino: Chile.
Había visto en el Internet la presentación de esta novela y me llamó la atención  que alguien hubiera escrito un drama, una historia dentro del marco de la guerra del pacifico. Ni bien obtuve mayor información sobre este libro lo mande pedir a mis familiares de Lima, y aprovechando el viaje de un amigo conseguí en unas semanas la ansiada novela.
A la par también está el personaje de Eleuterio Gómez perteneciente a una familia de hacendados del norte exactamente de Cajamarca.
Había crecido conociendo las luchas internas de su familia con sus vecinos, otros hacendados con quienes guardaban un antagonismo de años.
Para complicar aún más la difícil situación que se vivía, Eleuterio embarazó a una de las hijas de la familia en contienda, lo que desató una guerra entre ambas y por las cuales el joven provinciano partió a Lima; y a falta de techo y comida se enroló en el ejército peruano que ya estaba dándose las primeras escaramuzas en el sur.
Estuve leyendo muy concentrado varias páginas del libro viajando imaginariamente hasta esa época que el autor pinta y describe maravillosamente, estaba transportado casi como un personaje más dentro de la novela, acaso a veces como uno de los soldados o como un simple viajero o tal vez un paisano observando el Perú; ese país acosado de 1879.
De pronto me vi envuelto en la defensa de Lima y se menciona San Juan y Miraflores, aquí me detuve; me vino inmediatamente la imagen de Villa, si las Delicias de Villa, está muy cerca de San Juan, mil novecientos sesenta y tres. Estoy frente a un hueco más o menos grande de los muchísimos que había alrededor del cerro La Estrella, somos como siete que íbamos siempre a los cerros a jugar “Combate” nos las regíamos para ver quién era el sargento Saunders, luego Kaje y Litle John. Entonces todos estabamos mirando lo que habia en esta trinchera, unos dicen ¡mira aquí hay balas, no, son balazos! oye esto es como una mochila – grita otro.
Yo veo botas con la suela abierta como si quieran contar algo, como si quisieran decirnos lo que pasó pero se ahogaron de soledad y calor, también telas descoloridas que no atinamos a adivinar su color original y finalmente huesos, de todos los tamaños y de diversas formas, un rompecabezas del tiempo que mis amigos desenterraban en esa casi virginal desierto.
Me sentía entre asustado y curioso a la vez cuando de pronto uno de los amigos llamado Rafael nos dijo – Mi viejo dice que aquí hubo una batalla con los chilenos y todos casi al unísono preguntamos ¿Y quien ganó? - Mi viejo que ha sido soldado me contó que aquí los chilenos nos sacaron la mierda.

Mientras ocurrian una serie de sucesos previos en que el joven Gregorio Olazábal se envolvía,  antes de participar como combatiente por la patria, el provinciano Eleuterio Gómez ya estaba luchando en el Morro de Arica junto con el Coronel Francisco Bolognesi, héroe de dicha batalla. El novel soldado Gómez sobrevivió para contarlo y pudo escapar antes de ser capturado, salvándose por un pelo de ser fusilado.
Gregorio “Goyo” Olazábal era uno de los muchos jóvenes pertenecientes a la clase acomodada de Lima cuyos padres pretendían alejarlos de la guerra enviándolos a Europa o América. Quizás fueron muchos los que partieron con ese rumbo, como también fueron otros tantos que imbuidos en ese fervor patriótico del momento, optaron por quedarse y tomar las armas aun sabiendo que era una causa perdida.
El joven Gregorio optó por quedarse causando mucho dolor a su familia y especialmente a la novia. Su padre, reputado y distinguidísimo medico era el Supervisor General de los Hospitales de Lima que se preparaba para recibir los heridos en la defensa de la capital. Dado el cargo que ostentaba tuvo que pasar durísimas experiencias durante la ocupación lidiando con el enemigo y con el mismo Patricio Lynch quien dirigía al ejército invasor.

- Vamos – dijo Rafael, que era el Sargento Saunders el mayor de todos, doce años y estaba en primero de secundaria – vamos hasta la cumbre.
Entonces me puse de pie mirando siempre a la bota con la boca abierta y pensé que así habría muerto el soldado, con un grito ahogado.
Conté como unos treinta huecos o trincheras en la subida al cerro La Estrella todas ellas iguales, llenas de lo mismo que encontramos en la primera, seguía distraído con mi palo de escoba en la mano, que era mi metralla. Di unos pasos lentos tratando de seguir contando cuando Rafael me jaló del hombro y caímos a una de las trincheras – él siguió gritando a los demás – ¡ al suelo, al suelo que los nazis están bombardeando!
Entonces le pregunté – hey sargento ¿Son los nazis o lo chilenos? Uy chucha verdad, si son los chilenos de mierda.
¡Vamos soldados, todos adelante, vamos hasta la punta del cerro ahí están los chilenos!
Al llegar a la cima disparamos con todo lo que teníamos, balas y granadas y también peleamos con las bayonetas ¡¡pum, pak, trak, fua, zas.....!! - ¡La metralleta, la metralleta tatatatatata!
El autor nos sumerge en las aventuras de estos dos muchachos provenientes de diferentes clases sociales y origen, describiendo sus amoríos y peripecias, recorriendo, descubriendo sus virtudes y defectos, triunfos y fracasos.
Ambos luego de correrías y abriéndose paso por caminos distintos llegan a coincidir en una trinchera, agazapados en la oscuridad, oliendo a pólvora, están allí luchando por sus vidas con un enemigo en ciernes inmensamente superior, son soldados, son amigos,  están manchados de sangre, sangre de hermanos.
La novela describe el estado social de la época, los intereses de clase y el escenario político de ese momento y el divisionismo entre los peruanos. La ignorancia de muchos, que llegaban al extremo de preguntar quién era ese general llamado Chile. La falta de identificación como Nación, un país desordenado por el caudillismo de los militares. El papel de muchas autoridades que querían dar por terminada la invasión a como dé lugar y el heroísmo de otros que deseaban vender cara la derrota como coronel Andrés Avelino Cáceres, héroe de la resistencia peruana.
Estamos cinco parados frente al sargento Saunders, los otros dos están atrás cuidando la retaguardia.
Luis que es Kaje dice – sargento, no hay ningún enemigo a la redonda matamos a todos y no hay prisioneros.
Luis era el que más realismo le daba a su vestimenta, su padre le había hecho de madera una suerte de metralla, como decíamos nosotros: bien bacán. Usaba el mejor casco, se traía ceniza en una bolsita y se lo echaba por la barbilla como si fuera la barba crecida, además de un fósforo que fungía de cigarrillo, tenía como yo, ocho años de edad.
¡Aguanten, aguanten! ya no puedo ser el sargento Saunders, estamos peleando contra los malditos chilenos. –
¿Cuál va a ser tu nombre Rafa? - preguntó David, el más pequeñín, tenia siempre moco pegado en su nariz, ahora moco con arena que le caía como un bigotito, era el único que siempre llevaba puestos sus zapatos, no resistía la arena caliente, los demás estábamos descalzos.
- Ya esperen, esperen, a ver, a ver. Caminaba y miraba al cielo como si quisiera recordar algo, igualito que en la escuela cuando nos preguntaban en los exámenes orales y uno no sabía que contestar.
- Ya, soy Bolognesi, el coronel Bolognesi, no, no, nooo puta él murió en el morro.
- Esta bien Rafa este es un cerro como un morro, aquí es – dijo uno
- No huevón él murió en otro morro, en el de Arica.
¡Ya me acordé, ya me acordé voy a ser el coronel Cáceres!
- Vamos división síganme todos en una sola fila y pisen en mis huellas, así engañaremos al enemigo, una sola huella.
Así regresábamos a casa, bajando por el cerro la Estrella algunos años después invadido, sus pobladores lo llamaron el pueblo joven “Catala” no sé porque del nombre, pero lo que sé es que nadie enterró a esos huesos que nosotros vimos, las balas, los trozos de tela descoloridos ni a las botas que se quedaron con las suelas abiertas con ese grito callado que se perdió en el desierto, no hubo rabonas en esta batalla.
Nosotros continuamos bajando a  nuestro barrio de Las Delicias de Villa, regresábamos a casa todos en una sola fila como lo había dicho el coronel Cáceres.

Mil novecientos cinco se va a dar inicio a la ceremonia de la inauguración de la Plaza Bolognesi, está el Presidente de la Republica y sus invitados, hay muchísima gente observando tan magno evento. Uno de los asistentes es el general Roque Sáenz Peña, argentino, sobreviviente del morro de Arica donde peleó cuando era un joven oficial al lado del Coronel Bolognesi y el otro es nada menos que el mismísimo general Andrés Avelino Cáceres.
Entre el público que rodean la plaza esta uno de los muchachos, un maduro Eleuterio Gómez y con un niño a su lado miran la ceremonia. Él observa emocionado y orgulloso de haber peleado a lado de esos hombres, tal vez esté recordando algunas imágenes de ese pasado, quizás eche de menos al amigo de sus aventuras, aquel otro joven que el destino no le dio la oportunidad de sobrevivir y contarlo.

Amistad Peruano - Chilena ....Cuerdas Separadas o ....Cuerdas Inflamadas


Quizás nunca se imaginaron los gobernantes de turno del país del sur que habernos ganado la guerra del 79 pudiera después de ciento treinta años resultarle toda una pesadilla.
Se ha escrito mucho sobre esta guerra en la que también estuvo involucrada Bolivia, país que conjuntamente con el nuestro formaron alguna vez el sueño de la Confederación Perú-Boliviana, propugnada por el general Santa Cruz, acaso el mejor proyecto de unidad.
Sin embargo el 20 de enero de 1839 en la Batalla de Yungay este proyecto terminó con la derrota de Santa Cruz a cargo del llamado Ejercito Unido Restaurador, conformado por peruanos (entre ellos el General Gamarra y Ramón Castilla) y el ejército chileno, unidos ambos por diferentes intereses.
Paradójicamente esta batalla nos es muy conocida en los libros de historia de nosotros, pero si es bien conocida en la historia de Chile.


“La Batalla de Yungay no tiene en la memoria histórica del Perú la misma importancia que tiene en Chile. Mientras en este último país se la recuerda como un hito fundacional de la nación chilena, en el Perú no se conmemora oficialmente, ya que las guerras de la confederación se vivieron más como una guerra civil que como una guerra externa” Fuente….www.Wikipedia.org


Ya sabemos que tanto peruanos como bolivianos en 1879 tenían un ejercito precario y además desunidos y por esta razón nada pudieron hacer para detener la invasión chilena que terminó cerrando a Bolivia sin derecho al mar y Perú perdiendo Arica. Nuestros vecinos se embarcaron en esta empresa por muchas otras razones y también con la seguridad que ganarían esta guerra pues la proporción entre tropa y armamento era inmensamente favorable a ellos. Bien, pero lejos de derrotarnos no se contentaron solamente con eso, sino tenían que dejarnos en la peor situación que fuera posible para evitar un revancha. Por lo que allí vino la quema de haciendas y ciudades, además del robo y saqueo de la Biblioteca Nacional y algunos monumentos. En otras palabras, caído el combatiente peruano, luego de la batalla era rematado, luego iban a su cabaña a robarle la lamparita o vela que alumbraba su casa y además su pequeño libro de cabecera. Dice en los textos chilenos que el encargado de hacer el recuento de los libros traídos a Santiago luego de la guerra, hizo del conocimiento de sus superiores que le habían encargado una nefasta labor, mejor dicho, elevo su protesta.
Luego de un pelea entre un peso-pesado contra un peso pluma, pues el primero después de noquearlo, va y lo sigue pateando en el suelo hasta tirarlo fuera del ring, verdad.
Que paso en los siguientes años con nuestro vecino del sur? Pues nada más que comenzó a armarse tanto como pudiera siempre con la idea que luego de esa abusiva guerra saldría un gobierno peruano a cobrarle la deuda, o quizás un boliviano. Esta posibilidad se especuló durante el gobierno dictatorial del general Velasco Alvarado, aunque realmente no se sabe a ciencia cierta si esto fue verdad, Chile en aquel entonces pasaba por su peor momento político y económico. El tiempo ha pasado y la relación de los gobiernos siempre han sido tirantes a pesar de los esfuerzos de cada una de las cancillerias en las llamadas ‘cuerdas separadas” estas siempre terminaron en “cuerdas inflamadas” Hasta hace pocos años estábamos acostumbrados a las rechiflas de nuestros vecinos hacia los cantantes peruanos en cada competencia en su festival de viña del mar mas no había respuesta de parte nuestra. De allí la algarabía con la que recibió buena parte de nuestra población las frases vertidas por el general Donayre que ocasiono un roce en las relaciones con el gobierno de la presidenta Bachelet.
Desde el 90 con el gobierno del ingeniero Fujimori, a pesar del buen grado de corrupción que existió, de todas formas se inicio un proceso de reactivación económica y un reordenamiento del país que se mantuvo con el gobierno de Alejandro Toledo y ahora con el presidente García Pérez. En ningún caso se ha pretendido un armamentismo con el ánimo de recuperar territorios perdidos durante la guerra sino más bien afianzar nuestra economía, alcanzar el nivel de los chilenos y sobrepasarlos. Aquí se da un caso inusual pues la relación con los empresario chilenos van de maravilla, mas no con su gobierno. Luego de las astillas que produjeron las declaraciones del general Donayre, en contra de lo que decía su gobierno, llego una delegación de empresarios chilenos al Perú justamente en esos días difíciles.
Hoy nuestro vecino no se ha detenido en su carrera armamentista pues tiene poderosas razones para hacerlo, pero se olvida que los tiempos cambian y no siempre se puede tener una economía sólida. Ya se dan reclamos dentro de sus mismos políticos chilenos que cuestionan estas acciones reclamando más inversión para sus pobres y desposeídos que el alto porcentaje que señalan para el armamento de sus fuerzas armadas.
La pobreza no es ajena a ningún país y menos sudamericano, el programa de televisión por cable llamado “Mea Culpa” de Chile muestra lugares que en nada se diferencian con las nuestras, pequeñas chozas en esos arenales inclementes y que viven sus pobladores en un abandono increíble. Desde hace algunos años el gobierno de Chile tiene el reclamo de Bolivia sobre su salida al mar, como una “pulga en la oreja” o como una “piedra en el zapato” situación incomoda y que Bolivia reclama en cada cumbre o foro donde participa. Ya algunos líderes como Fidel Castro se manifestaron a favor causando el obvio malestar al gobierno Mapocho. Perú presento su reclamo sobre la delimitación marítima con Chile a la Corte de Haya con sólidos argumentos y espera paciente el desenlace. Fuera de las discrepancias entre los partidos políticos peruanos y las preferencias de determinado candidato de la población, hay algo que es definitivo; la economía peruana seguirá creciendo a pesar de la crisis. Mientras nuestro vecino sigue armándose con el pretexto de prepararse siempre por lo que paso el 79, una pesadilla que no acaba; ¿acaso espera llegar al momento en la que tendrá que intercambiar sus misiles y submarinos por pan y leche?

El Pecado del Padre Alberto....amar demasiado a su prójimo


Las portada de una revista en Miami levanto una vez mas el escándalo en la Iglesia Católica sobre una gravísima falta de uno de sus clérigos mas populares y conocidos en esta ciudad, nada menos que del padre Alberto.
El lamentable pecado de este sacerdote es estar amando demasiado a su prójimo, es decir más allá de los límites que le permiten su investidura.
Como ser humano no tendría nada de raro cometer este acto tan natural de estar con su pareja, acariciarse, tocarse como cualquier mortal.
El problema es que el sacerdocio tiene como condición aceptar voluntariamente el celibato, que no es más que la abstinencia de tener sexo. Una regla creada en siglos pasados que ahora vemos espantados en estos tiempos como una condición que va contra los derechos de la persona humana.
Desconocemos cuando, como y quienes impusieron esta orden y bajo que razones pero se me ocurrió buscar algo en la biblia y encontré esto en la epístola de 1ra de Corintios capitulo 7 versículos 1 en adelante, escrito por el apóstol San Pablo.
……” En cuanto a las cosas que me escribisteis, bueno le seria al hombre no tocar mujer; pero a causa de las fornicaciones cada uno tenga su propia mujer, y cada una tenga su propio marido”
…..” Quisiera más bien que todos los hombres fuesen como yo (soltero) pero cada uno tiene su propio don de Dios, uno a la verdad de un modo y otro de otro”……………….
…..“Digo pues, a los solteros y a las viudas, que bueno les fuera quedarse como yo, pero, si no tienen el don de la incontinencia, cásense, pues mejor es casarse que estarse quemando”
Si se lee todo el capitulo siete de este evangelio escrito por San Pablo, uno descubre que el apóstol muestra su apoyo y sugiere subliminalmente la incontinencia sexual, del que él hace alarde. En otra parte afirma que la mujer u hombre que decida casarse hace bien, pero si no lo hace, es mejor. Con esta frase “es mejor” o “hace mejor” el evangelista reafirma su preferencia a la castidad.

Imagino al padre Alberto muy joven con esa vocación de servicio a Dios y también ese deseo de ayudar a su prójimo, pensó que esta carrera era la más adecuada y que le permitiría brindar un mejor servicio a la comunidad.
Y creo que lo logró con creces, basta ver la cantidad de actividades que realizo a través de programas de televisión, radio, revistas y libros publicados.
Mas no contaba que su naturaleza de ser humano no iba a responder positivamente al celibato, ya en más de una entrevista había mostrado su discrepancia con esta regla, aunque no lo había manifestado con claridad.
Quizás sus problemas de escabullirse del sexo opuesto ya habría comenzado desde sus graduación como sacerdote, pues sus calidades de persona y profesional venia de la mano con un físico bien parecido o “pepón” como decimos los peruanos y que no era un secreto escuchar a las señoras y jovencitas su admiración por este clérigo moderno, por la que ellas suspiraban y soñaban con ir a su confesionario para declararle su amor.


Como era de esperarse la Iglesia Católica ya manifestó su malestar por la actuación de su pastor y seguramente evalúa las sanciones. Mientras el ha sido retirado como párroco de la iglesia San Francisco de Sales de la Arquidiócesis de Miami.
Solo el hecho de haber sido sorprendido por los paparazzis con un “ampay” tan igual como a cualquier artista del medio, hace que le reste cierta sinceridad al padre Alberto, pues hubiera sido mejor que el mismo lo confesara.
Por cierto cabe la pregunta ¿desde cuando andaba en ese affaire y acaso aparecerán otras féminas a decir que tuvieron confesiones privadas con el reverendo?
El padre Alberto ya pidió perdón a sus feligreses como tenia que ser y seguramente a su Iglesia también, pues aunque no este de acuerdo con ciertas reglas estas son determinantes para mantenerse dentro.
Las opiniones están y seguirán divididas unos a favor otros en contra y supongo que el tema tendrá para rato.
Puede que el padre Alberto haya dado un paso importante en este tema, todavía falta su opinión mas calmada que ahora, se espera una explicación mas sosegada sobre su actuación y sobre todo su decisión de mantenerse o no dentro del sacerdocio.
Por lo pronto ha declarado no estar arrepentido por amar a una mujer y eso tiene todo el sentido del mundo. De alguna manera él esta moviendo tal vez esos viejos muros, dogmas y fundamentos con los que fue fundado la Iglesia y que a todas luces ya no son aceptados con esa devoción y silencio de hace siglos como lo es en este caso el Celibato.

Amanecer Inmigrante



Seis de la mañana, un día lunes de marzo aún la madrugada esta algo oscura en esta ciudad poblada por un gran número de hispanos de todos los colores, Harrison es su nombre y se encuentra en algún lugar de los Estados Unidos, es más bien un pueblo pequeño casi se puede contar sus cuadras con los dedos y todos se conocen de tanto verse.
La panadería ubicada en la avenida principal, como todas las mañanas está llena de gente que no tiene tiempo de preparar nada en casa y sale a servirse un desayuno al paso, un pan con mantequilla y un café. 
El tiempo apura, hay una cola que no se acaba, las chicas que atienden en el mostrador se esmeran por servir rápido a los clientes, es la hora del trabajo y todos lucen apurados. El olor a pan calentito es una delicia y hace agradable la espera.
- ¿Como quiere su café con una o dos de azúcar?
- Solo una mi amor – dice una señora entrada en años
Se saludan, se escuchan muchas voces cada quien con sus acentos, ese canto, ese tonito que delata su origen, todos de diferentes culturas y costumbres, todos o casi todos coinciden en el idioma y en tratar de mantener el empleo seguro.
- Habla jugador - dice uno
- Pasa compadrito - responde el otro.
Entonces por allí se escucha susurrar a alguien que dice en voz baja – ese perucho trabaja conmigo.
Luego salen con sus vasos en la mano, el frío aprieta y el invierno que casi se está yendo aun golpea y obliga al abrigo. El primer mordisco a ese pan con mantequilla recién salido del horno mezclado con el café con leche, al que le dicen “regular cofee”, eleva al paraíso, no solo calienta el cuerpo, también calienta el alma.
Unos van a los paraderos de buses para otra ciudad, otros a las conocidas esquinas esperando el transporte de las agencias de empleo que los llevara a su destino. El cielo permanece nublado y solo los faroles de la ciudad todavía encendidos, alumbran con cierta palidez los rostros de los taciturnos caminantes, caminantes inmigrantes, que aunque estén aquí el corazón siempre estará allá, en el terruño, recordando, recordando.

Sombras sobre el Vaticano


 
Por: Néstor Rubén Taype
"Un libro interesante del escritor Francisco Asensi que recomendamos para quienes gustan de estos temas"
Habia leído algunos escritos acerca del Emperador Constantino, sobre todo de la Sra. Elena de White, aludiéndolo como uno de los que manipuló a la cristiandad de su época para fundar o refundar si se quiere a la Iglesia Católica. El titulo me llamó la atención y en esa busqueda de develar mis propios misterios devoré el libro con mucha ansiedad. Asi me ví metido dentro del mismo Vaticano en un viaje excitante entrando y saliendo de sus esplendorosos salones y tambien ingresando hasta sus bóvedas más secretas llevado de la mano del personaje principal en esta obra: un joven sacerdote ávido de conocimientos y en la busqueda de una verdad que él cree saber. En este contexto obviamente que el Emperador Constantino es mencionado continuamente y viene a ser una suerte de actor invitado o quizás llámese: villano invitado. Toda vez que él es acusado como el verdadero creador y fundador de la Iglesia Católica Romana, restándole el mérito al apostol San Pedro.
Como es de suponer la Iglesia toma cartas en el asunto del joven sacerdote y valiéndose de uno de sus organismos como es la Doctrina de la Fé, heredera de lo que fué la Santa Inquisición, pretendera acallarlo. Es en este clima en la que el autor nos conduce por una lucha sin cuartel en la que cada grupo pretende ganar demostrando pruebas a su posicion y haciendo notar que a pesar de los altos cargos que los personajes representan en la novela; estos no dejan de ser en ningun caso seres humanos. Simplemente seres humanos que cuando tratan de mentener su verdad luchan por sus propios intereses sin importarles absolutamente nada. Los temas como el amedrentamiento, el chantaje, la amenaza, el espionaje y el mismo crimen, no estan ajenos; haciendo esta historia aún más interesante y que el lector quede amarrado al hilo narrativo desde el início. De todas formas luego de leer las verdades cuestionadas en este libro uno siente que algo ha cambiado.

El General Velasco y el Grupo Cinco


Estábamos en la clase de Historia Universal cuando de pronto nuestro profesor Valencia interrumpió la clase para decirnos que se había dado un golpe de estado al Gobierno Constitucional del Presidente Belaúnde.
Cursábamos el tercer año de secundaria en el Riva Agüero de Chorrillos y hasta allí conocí una Lima bastante marcada por las clases sociales por las historias contada por mi madre sobre los ricos y los pobres, una ciudad que ya tenia invasiones en los arenales de Villa y en las que yo ya había pasado algunos años y sabia lo que era eso.
Pero hasta esa fecha sabia algo como que éramos los lideres mundiales en la producción de harina de pescado, que teníamos las riquísimas frutas Huando, contábamos con una cadena exitosa como de los Supermarkets, con tiendas como la Casa Oeschle, Monterrey, Tiendas Tía , Kelinda, Sears entre las mas importantes. Teníamos una línea aérea nacional llamada Faucett fundadora de la aviación comercial en nuestro país, además de una internacional como APSA (Aerolíneas Peruanas S.A.)
Era un Perú que en los sesenta y cinco había vivido la experiencia de la guerrilla de Luis de La Puente, Milla y Lobatón; igualmente en la sierra el alzamiento de Hugo Blanco.
Una guerrilla inspirada en la revolución cubana y algo sonadora en la que la que también murió el poeta Javier Heraud en la selva de Maldonado.
Ya vivía muy cerca de la Universidad San Marcos y desde allí me iba hasta Chorrillos tomando dos buses hasta mi destino. Primero esperaba la línea 7 de Lima-Callao que lo tomaba frente a la Fabrica D’onofrio en la avenida Venezuela y este bus me llevaba hasta la avenida Wilson donde esperaba el conocido BUSSING, así lo llamábamos, administrado por la Municipalidad de Lima.
Todo este transporte urbano estaba ordenado, tenia sus paraderos bien señalizados y que debíamos respetar, si uno esperaba en alguna esquina no autorizada el bus no se detenía.
Recuerdo que con mi madre íbamos a visitar a sus amistades en el barrio de Santa Cruz Miraflores y tomábamos un bus llamado el Urbanito y compraba mi mama el boleto de ida y vuelta, inimaginable poder hacerlo en los noventas. En fin recuerdo una Lima algo ordenada en mis trece años con que contaba en ese entonces.
Me imagino también que era la época del abuelo de Jaime Baily cuando describe el Jirón de la Unión, en su novela Los Últimos Días de La Prensa cuando dice a su nieto que era este lugar donde la gente decente paseaba y salía a conversar y mostrar sus mejores ropas, un lugar donde no había los serranos y cholos que hay ahora.
Una clase social predominantemente racista como cuenta nuevamente Baily en su novela “Yo amo a mi Mami” de su empleada tan buena que le pregunta a su mama si ella se muriera se iría al cielo. La mama le dice que si pero ellos los cholitos tienen “otro” cielo.
Era pues un Perú diferenciado claramente entre blancos e indios, entre ricos y pobres y que estas diferencias habían sido sacudidas durante la guerrilla del 65.
El Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas al mando del general Velasco Alvarado, hombre de origen humilde, comenzó con reformas no todas con éxito pero que de alguna manera cambio el escenario nacional.
De todas ellas la mas impactante fue la Reforma Agraria con el lema “Campesino el patrón ya no comerá mas de tu trabajo”
Esta reforma tomo a los mismos campesinos de sorpresa pues la mayoría de ellos luego de recibir sus tierras las vendieron y se vinieron a Lima.
Las grandes haciendas pasaron a dejar el verde de sus árboles para dar paso al cemento inmisericorde, naciendo las urbanizaciones: un buen ejemplo los Cedros de Villa, en lo que fue la bellísima Hacienda Venturo, lugar que conocí de niño en todo su esplendor.
Paradójicamente la belleza del Hacienda contrastaba con la pobre vida cotidiana de sus campesinos y obreros al mismo tiempo, familias enteras que trabajaban para el patrón y vivían en la misma hacienda.
Los arenales de Lima se comenzaron a llenar de invasiones y los provincianos llegaban a montones causando un desorden y caos a una ciudad que no pudo avanzar ni prepararse para esta gran demanda poblacional con ansias de ocupar un espacio y que llegaban con su estera bajo el brazo. Aquí recuerdo mis seis años de edad cuando amanecí una mañana en una caja de cuatro esteras sin techo y al salir a la puerta estaba en un tremendo arenal y alrededor de mi “casita” había otras más todas iguales como recortadas en papel.
Acabe la secundaria y seguía viniendo yo a Chorrillos para ver su bellísimo desfile del 29 de Junio celebrando el día de José Olaya. Cada año veía que el caos vehicular iba en aumento, ya no se respetaba paraderos ni se daban boletos y los micros aumentaban día a día inundando Lima con su smog sus ruidos y sus malcriadísimos “palancas”
Un buen día o un buen año el desfile escolar de Chorrillos en la asistían con sus mejores galas los colegios particulares compitiendo con el uniforme tradicional de los colegios del estado, perdió su colorido para dar paso al blanco y plomo de la igualdad.
El año 73 ingrese a trabajar a una compañía en la Plaza San Martín y todavía era un lugar tranquilo y agradable hasta que llegaron los carritos con anticuchos y choclos, la Plaza San Martín era una feria diaria y los primeros gays, aunque así no los conocían aun, estos precursores del tercer sexo salían algo temerosos al atardecer a pesar de las golpizas que eran presas al llegar la noche. Era casi un deporte luego de una “tranca” salir a golpear a estos “muchachos” , esto como un comentario secundario ajustado a ese tiempo, pero que es otra historia.
Creo por lo que vieron mi ojos siempre pensé que Don Velasco Alvarado fue el gran causante del abrumador desorden y caos de la ciudad de Lima, siempre quedo la pregunta del por que no acondiciono el terreno, por que no preparo al campesino para su nueva tarea y hacer un cambio ordenado de la sociedad de esa época.
Pero se tuvo que esperar casi cuarenta años para ver que nuestro campesinado, nuestra población indígena desembalsado en los sesentas por la Reforma Agraria, no se amilano frente a una ciudad racista tanto de la clase pudiente como de sus propios paisanos blanqueados por la leche de tarro de la capital.
Luego de tantos gobiernos diferentes, luego de una guerra sangrienta como la de Sendero y el MRTA ni su música, ni sus costumbres propias de cada pueblo se perdieron, ni tampoco su lengua despreciada por los entendidos desapareció.
Ahora Lima se rinde con series en la televisión de las cantantes folklóricas que antes solo se escuchaban en las madrugadas por radio Inca y sus presentaciones en los coliseos que eran una suerte de “getthos”
La “Chicha” esa música mezcla de cumbia con huayno inventada por los provincianos- limeños que eran famosos por las tremendas broncas que se daban en sus locales allá por Paseo Colon, logro imponerse finalmente. Allí están como ejemplo el grupo Baretto dándole duro a la música de Juaneco y su Combo, también el grupo llamado Radio Huayco y sus fusiones, pero el que tiene ahora el máximo galardón y todo lo que toca se convierte en oro es el famoso Grupo Cinco.
Y el quechua apareció en la música de Damaris ganando el Festival de Viña el 2008 con su tema Tusuy Kusun, dándoles nuevas pinceladas a la música andina, en esta misma línea esta el Grupo Maru y su líder Ruth Huamani. El tema que William Luna hace de Valicha en un tono suave y en quechua es realmente precioso.
Esto por citar algunos de los artistas que están de moda de los muchos que cultivan la música andina que a pesar de ser jóvenes buscan a través de este medio ir a sus raíces con un toque de modernidad y hacer más digerible imponiéndoles nuevos estilos.

Cuarenta años después no se si visionario o no, el General Juan Velasco Alvarado rompió esquemas que el mismo quizás no había imaginado, pero obviamente que no era una medida política que iba a cosechar inmediatamente; pienso ahora que fue una cambio necesario. Esto no es el final por supuesto, pero creo que es el principio de un reordenamiento social que ya se esta dando, una ciudad como Lima que esta reprogramando su silueta con cambios viales trabajados actualmente por el alcalde de turno para unir a distritos y pueblos jóvenes superpoblados por las invasiones. El racismo no desaparecerá pero por lo menos ha disminuido con las sanciones impuestas por la autoridad a ciertos locales, antes “exclusivos” Los millonarios han cambiado de color y no solamente tiene dinero la gente de apellido conocido, muchos comerciantes de Gamarra han adquirido fortuna, como los futbolistas de origen humilde y de todos los colores.
El caso del Grupo Cinco es relevante citarlo por que a través de la música puede unir a todas las clases sociales, su ritmo no pide permiso ni es segregacionista, simplemente gusta. A logrado entrar a todos los lugares con su nuevo estilo esta cumbia peruana tan satanizada durante su nacimiento encontró en ellos a uno de sus mejores interpretes haciendo que su sabor los disfruten todas las sangres que mueva a ese triciclo llamado Perú de Cachuca y los Mojarras.

LA TIA BERSA


Fotografía de Pedro M. Martínez - Revista Almiar
Por: Néstor Rubén Taype

Once y media de la noche, la casa de la tía Betsabé más la llamamos Bersa, así le decía papá. Está sentada escuchando lo que conversamos con el primo Nicasio, con el primo Jorge, con la prima Rosa, ella siempre callada como mi padre. A veces hace un gesto como aceptando el comentario luego prosigue con su tristeza andina.
Siempre iba a casa desde que tengo uso de razón, siempre a ver a papá todos decíamos que venía sólo por propina. Conversaban mucho se reían pero nadie entendía nada, ni siquiera mamá; hablan diferente quechua que nosotros los ancashinos - decía mi madre. Muy tarde supimos del verdadero amor a su hermano nos siguió visitando después que murió papá, recién entendíamos su tremendo silencio, su prolongadísima mudez, siempre callando.
Ahora estábamos allí visitándola en su modesta casa de Ciudad de Dios rodeada de sus hijos, no de todos, son nueve los que tiene y hay algunos ausentes.

¡Ya pues tía salud! - le digo,
- Salud sobrino - me dice.
- Salud tía, pero una sonrisita pues tía - ella hace una mueca.
- Todavía hay dolor hijo todavía me duele el corazón.
Su acento serrano que de pequeño me incomodaba, ahora me fascinaba, el acento de la tierra, de la sierra, las erres nada perdió la tía Bersa.
– Mamá - le dice uno de mis primos:
- Un salucito mamita tienes que estar caliente, con los huesos sueltos mamá ya viene, ya viene.
- Anda viejita un salucito más, todo, todo, así, así ¡Bravo Bravo! – Celebramos al unísono.
Ya son cerca de las doce tocan la puerta.
-Ya está aquí, ya mamá prepárate – dice uno de los primos.
Abre la puerta y aparece un señor bajito, cobrizo.
- Adelante paisano asiento, usted aquí y el arpa puede dejarlo allá - Hacen un brindis. -Hay que calentarse las manos paisano - dice mi primo otra vez.
El músico toma el arpa, se acomoda, toca las cuerdas varias veces.
-Vamos a tener que afinarla un poquito pues – dice el arpista
Mi tía espera tranquila como sabiendo cual es el ritual, ella sabe, ella espera.
- Ven mamá, llamen a Rosa que deje de cocinar – dice el primo Nicasio.
Rosa viene se para junto a mi tía, el arpista las mira y comienza a rasgar el arpa que me suena como a un yaraví, un triste, no es nada de eso, ellas comienzan a cantar en quechua, en esa lengua milenaria desconocida para mí. Entonces recuerdo la melodía, es una suerte de lamento, ciertamente muy triste. Vi una vez llorar a mi padre, cuando por casualidad vimos en televisión un especial filmado por cineastas alemanes sobre Casire, la tierra de papá. Casire, pueblito dentro de Pausa, provincia de Paucar del Sara-Sara, departamento de Ayacucho. El video mostraba las costumbres del lugar y una de ellas era la despedida a jóvenes que partían a la capital. Eran despedidos por sus esposas, madres y hermanas que sumidas en ese canto de llanto y dolor, o dolor de llanto, les decían adiós a sus seres queridos, el adiós a la tierra, a la pachamama, a la Virgen de las Nieves, patrona del pueblo. Entonces recordé a papá y me contagié de esa pena, de esa nostalgia que él sintió aquel día que partió a los diecisiete años de su tierra y a la que nunca más regresó. La canción era una remembranza para no olvidar el día que salieron de su pueblo. La tía se sentó esperando que el ritual siguiera. El arpista comenzó a bordonear y sonaba un festivo huayno, mi primo se acercó a la tía, ella se puso de pie, siempre seria y comenzó a bailar, ora suave, ora más rápido. Mi tía baila lindo igual que mis primos, todos ellos pasaron a bailar con la tía, ella no sonreía pero yo sabía que estaba alegre. Luego me tocó bailar e hice esfuerzos por hacerlo bien, recién la tía sonrió.
Me detuve, la abracé y los dos reímos  - ya aprenderás hijitu - me dijo.

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