Las Delicias de Villa

Por: Néstor Rubén Taype

De pronto abrí los ojos y todo estaba oscuro, poco a poco comencé a percibir algunas figuras, vi el techo y a través de éste podía ver el cielo, me di vuelta y noté que mi madre tenia su mano sobre mí y al sentirme ella preguntó que me pasaba. No entendía aún que hacia allí, mi madre a mi lado y en ese cuarto; luego pude ver con más claridad pues ya amanecía: estaba hecho de caña, un material que después sabría que lo llamaban estera.
- Mamá tengo frió - le respondí
- Ven hijo - me dijo- acurrúcate a mi lado.
Así lo hice y nuevamente me quedé dormido al calor de mamá, no se que hora seria cuando desperté, me quedé sentado no era una cama formal, era un colchón de paja que estaba en el suelo y yo encima de este, en ese momento no estaba mamá.
A mi alrededor había una maleta negra, un banquito de madera sin espaldar, también bolsas de plástico. Salí, me quedé parado en la puerta y vi un mar de arena mucha arena como en la playa pensaba, pero no era la playa. Al frente seguramente algo lejos, un tremendo cerro al que llamaban la Estrella. Di algunos pasos y pude ver muchas casitas como en la que yo estaba, todas igualitas, mamá apareció, venia de la casa vecina caminaba despacio, con dificultad, la arena no deja que uno camine rápido.
- Hijito vamos a casa de la señora Rosa- vamos a desayunar, ellos tienen una cocinita, ven vamos.
- Como dormiste Rubencito- dijo la señora Rosa una mujer joven- ven siéntate aquí vas a tomar tu quacker con tu pancito.
- Vaya con el muchacho si todavía esta dormido- repuso Don Emilio, esposo de la señora, un tipo que andaba siempre de buen carácter, reilón él.
- Usted mamita, acomódese aquí - le dijeron.
Ellos fueron nuestros mejores vecinos durante los cinco años que vivimos en aquel lugar.
- Mamá - pregunté- por que hemos venido a vivir aquí, no hay agua ni luz como en nuestra otra casa , ella me miró , si te digo las razones no me vas a entender, por ahora hijo solo te ruego que estés a mi lado, quiso decir algo más pero se le quebró la voz.
- A los años supe que papá tuvo una aventura del cual resultó el nacimiento de un bebé, la madre de éste le hizo juicio por alimentos y retuvo por orden del juez su sueldo, a casa no llegaba la plata, mamá molesta y muy desengañada decidió irse y comenzar una nueva vida con sus hijos.
Yo tendría unos cinco años en ese entonces y como no iba a la escuela aún mamá se vino conmigo, a los meses comenzaron a llegar mis hermanos, no sin antes haber hecho lo imposible por quedarse. Ellos no aceptaban el cambio de una ciudad con todas las comodidades a vivir en un arenal, asi sea un terreno de mil metros cuadrados, como era el nuestro.
Luego vendría papá, al principio solo de visita, no se quedaba, hablaba con mamá y a mi me decían que salga, no podía escuchar nada, pero a veces oía de lejos que mamá levantaba la voz y terminaba llorando.
Un día vi un burrito atado al lado de la casa, mamá me dijo que lo había comprado, con el íbamos a la hacienda Villa que estaba abajo al lado de la carretera y se le conocía como la Hacienda Venturo, supongo que era el nombre de los propietarios; bajábamos a cortar hierba, mamá hacia varios atados y lo vendía en el barrio, la hierba lo compraba la gente que criaba conejos, cuyes, ovejas. También llevaba unas latas rectangulares que las llenaba de agua y vendía, yo la acompañaba. Poco a poco la casa fue llenándose de algunas comodidades, como una mesa y sillas para el comedor, una cocinita y camas-camarote para nosotros.
Un buen día llegó papá para quedarse con nosotros, pero mamá le demostró que ella sola podía abrirse paso sin su ayuda y en situaciones muy adversas. Lógicamente después de este desliz de papá, la vida de mamá no fue igual, siempre quedo marcada por esa desventura, para nosotros papá fue siempre un tipo muy trabajador y creo que en ese sentido cumplió y a pesar de sus errores como pareja, nunca dejamos de quererlo.

Nosotros los jóvenes, remembranzas de Segundo.

Segundo León  (derecha) Rubén Taype (Izq.)

Por: Néstor Rubén Taype

Segundo era un jovencito recién salido de la adolescencia cuando llegó a nuestra oficina del Hotel Bolívar en la Plaza San Martín en el año 1974. Como coincidencia llegaba a nuestra promoción de muchachos que casi teníamos la misma edad ya que oscilábamos entre los dieciocho, diecinueve y veinte años.
Después de unas semanas como era la tradición, respetada regla impuesta por nuestro querido Jefe José Castellanos, a quien lo llamábamos cariñosamente “Papa Lolo” Segundito fue “bautizado”. Este 
término obviamente  era simbólico y consistía en una comilona de todo el grupo, seguida de una bravísima “tranca” que debíamos de cumplir hasta el final; retirarse antes era tomado como una “ofensa” al Jefe.
Acoplado al grupo de la época nuestra diversión eran las fiestas que nunca faltaban, hoy en la casa de fulano, mañana en la de mengano, el cóctel en una agencia de viajes o los viernes en algún bar de la Lima de los setentas.
A pesar que no era de los “locos” como éramos muchos de nosotros Segundito no se rezagaba y pasaba estoico las bohemias nuestras. Su buen vestir, característica que nunca perdió, contrastaba con lo desordenado que éramos. El cuidaba siempre que las cosas vayan acorde con el buen gusto, es decir el color la camisa debía matizar con el pantalón y los zapatos, oh…. y el infaltable perfume.
A las reuniones algo formales asistía si no con una corbata obligada, con una adecuada bufanda al cuello que ya pintaba bien con el saco sport.
Luego de alguna mala noche siempre estaba puntual en la oficina impecablemente vestido, mientras que nosotros llegábamos haciendo un desfile interminable unos tras otros, con media y una hora de retrazo.
Lo mirábamos y el sonreía con una mueca, estaba aun movido con toda la “resaca” como todos los que estuvimos la noche anterior, pero llegaba primero en hora, tenia un sentido de responsabilidad envidiable.
Viajamos mucho dentro del país y tenemos muchas fotos y recuerdos de nuestros tours especialmente al Cusco e Iquitos.
Como la vida no solo es pura diversión en los inicios del ochenta nuestra vida cotidiana en la oficina comenzó a cambiar, llegaron la etapa de los cambios con la llegada de la informática: computadoras, sistemas de reservaciones automáticas y empezar a dejar los viejos cuadernos y tarjetas que utilizábamos. Además Faucett ya estaba en camino a conseguir los permisos para inaugurar sus vuelos a la ciudad de Miami.
Como en toda renovación el cambio era inevitable y hubo un choque si se quiere llamarlo generacional, que iba con el progreso sostenido en la que se había propuesto la empresa. Entonces se  contrató a un nuevo Jefe de Reservaciones o de la División de Reservaciones, se trataba de un ejecutivo que trabajaba en la antigua aerolínea Americana Braniff llamado Vladimir Artieda.
Los cambios comenzaron a darse y entramos a una nueva etapa que de alguna manera comenzó a cambiar nuestras vidas. Aumentaron las responsabilidades y las “juergas” y “parrandas” de antes ya no eran las mismas.



Reservaciones - aeropuerto en los 90's
Luego de unos años Vladimir decidió dejar Faucett para irse a una nueva empresa refundando una Academia de Turismo de nombre Columbia y dedicarse exclusivamente a esta. Pero antes había estado preparando a Segundo teniéndolo como una suerte de asistente, recibiendo la instrucción necesaria y suficiente para continuar con este cambio al que la compañía había ingresado manteniéndose a la vanguardia que la modernidad exigía.
Ya en esos años Segundito un ex participante de la A.F.S. (American Field Service) había hecho su quinto año de secundaria (High School) en los EEUU y tenia un inglés excelente, motivo por el cual también paralelamente a sus funciones en CF se desempeñaba como profesor del Instituto Peruano Británico.  
Era la década del ochenta en la que Faucett ingresa al mundo de la modernidad en las comunicaciones interlineales, dejando atrás los teletipos y los mensajes escritos, las tarjetas y cuadernos donde se apuntaban los nombres de los pasajeros. Se migra a la informática, a los modernos Sistemas de Reservaciones Mundiales escogiendo el sistema denominado Gabriel. Aquí juega Segundo un papel preponderante pues es el gestor y director de todo este programa, una gran responsabilidad para un jovencito que anualmente tenia una cantidad increíble de viajes al exterior para recibir capacitación de los “up grade” del sistema que usábamos. Con los años CF-Reservas dejo Gabriel y paso por otros sistemas como Zabre, Amadeus, para finalmente tener su propio sistema creado por la Gerencia de Informática, pero, básicamente dirigido y alimentado por la información proporcionada por Segundo, dada su extraordinaria experiencia en este tema. En aquel entonces la Gerencia comercial tuvo la suerte de contar con estos mandos técnicos que jugaron un papel muy importante en el fortalecimiento de las ventas y la comercialización de Reservas y Pasajes. Segundo León, el muchacho maravilla, fue uno de esos artífices de los éxitos de la Gerencia Comercial, como también lo fueron en otras áreas de la misma Gerencia, Gabriela Negron, Giuliana Espejo, Yolanda Guzmán, por citar algunos nombres entre otros.

En mi casa, NJ, junto a Osquitar 2006

Como la mayoría de nuestra “Promo” Segundito también se casó en los ochenta con Gladisita Andonayre, con quien tiene dos hijos; actualmente se mantiene en el sector aerocomercial como ejecutivo.
Fue una agradable experiencia haber compartido tantos años de amistad y trabajo con un compañero como él y haber aprendido mucho a su lado; ahora a pesar de la distancia y con el tiempo que nos permite nuestras ocupaciones, tratamos de mantenernos en contacto. En febrero del 2006 pude verlo nuevamente después de más de un lustro en su visita que hizo con su familia al Estado de Nueva Jersey, fue una grata sorpresa y un placer abrazar al entrañable amigo de siempre.

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