La Niña Betty


Por: Néstor Rubén Taype
Se puso de pie, caminó bordeando la larguísima
mesa llena de teléfonos que teníamos, pasó muy cerca de la pizarra gigante que marcábamos con fichas de color verde, rojo y amarillo indicando el estado del vuelo. Luego vino directamente a mi lugar donde estaba sentado, era la posición que llamábamos control. Se detuvo y preguntó por la reserva de un pasajero y hablaba y hablaba con mucha seriedad seguramente de todas las cosas que el cliente le habría explicado. Muy atento le respondí que esperara un momentito, a mi lado no recuerdo quien era, Javier o Manolo quizás, me dijo en voz baja ” Oye….esta linda la chibolita… pero que seria……… hazla larga compadre”

La inolvidable pizarra que controlaba los vuelos.
La niña adolescente, pelirroja y de ojos claros, llegó una buena mañana para hacer sus prácticas vacacionales, así se llamaba el programa y pasaría tres meses con nosotros.
Esbocé una sonrisa para pedirle un minutito más que ya mismo buscaría su pasajero, se le notaba incomoda allí parada observada por todos, miró hacia arriba y luego bajo la vista clavándome una furibunda mirada que yo interpretaba como un “ya apúrate nomás” yo para mis adentros también decía “Suave pecosita suave”
Bien aconsejada por las señitos de ese tiempo Betty mantenía una seriedad imperturbable a prueba de terremotos. Y es que éramos en ese tiempo una banda de muchachos inquietos, traviesos y bohemios que se gastaban toda suerte de bromas.
 Una temporada me tocó estar en la atención telefónica y exactamente frente a ella, lo que aproveché para dibujarla; algo que era para mí una práctica diaria y normal en aquellos años y con la irreverencia propia de la juventud no pedíamos permiso para hacerlo. No recuerdo haberle entregado el dibujo o si alguien se la pasó, pero vi que ya lo tenía en sus manos y se le notaba molesta, muy enojada diría yo.
- No se parece a mi, esta no soy yo, ese tipo no sabe dibujar - fueron algunos de sus comentarios posteriores - que dicen - que dijo, después de verse retratada en aquel papel que osé dibujarla. En realidad no era una caricatura sino más bien una suerte de retrato solo de su rostro.
Pasadas algunas semanas la rubílinda niña que
llegó una mañana a nuestra oficina Faucett de la Plaza San Martín en el viejo Hotel Bolívar, se ganó la simpatía de todos y se convirtió en la engreída de reservaciones. Tan bien la pasó que algunos años después regresaría ya como toda una jovencita a quedarse a trabajar formalmente por una buena temporada con nosotros. 

Betty, rodeada de las chicas de la epoca.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

Ruben , que linda Historia....!! aunque no estube en esos tiempos, el solo leerla me transporta como Magia a esas epocas, que se que para muchos fueron EPOCAS DE ORO, como tambien fue la Epoca en la que yo pase por FAUCETT...!!! ya nos comunicamos, ok?

Augusto Liberati

Anónimo dijo...

Hola Ruben :
Me dio mucho gusto encontrarme con este blog, leer las historias escritas y ver las fotos, realmente me transporte a la que fue mi epoca y me dio mucha nostalgia. Nunca olvidare esos anhos en Faucett, fueron los mejores y los companeros inolvidables. Seria bueno abrir una pagina donde podamos ingresar fotos y contar algo de nuestras vidas en la actualidad. Ojala podamos comunicarnos

Pilar Ramos

Dorothy Landaure dijo...

Ruben: que linda historia de nuestra Betticiña era tal como la describes y lo de la pizarra con las fichas de colores rojo vuelo cerrado, amarillo habia que consultar y verde vuelo abierto, lo máximo me has hecho volver a esa epoca tan linda, un abrazo amigo

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