Por: Néstor
Rubén Taype
"Después
de once años regresó a Lima, al barrio de San Martin
de Porres ¿y sabes lo que hizo de arranque?
me sacó de la escuela técnica de la Marina. Yo quería ser médico pero mi padre nunca
se quiso comprometer a pagarme los estudios, me dijo que era una carrera muy
cara. Entonces mi tío me ofreció postular para enfermería en el CITEN. Por
supuesto que yo acepté e inmediatamente me fui a una academia,
pasado algunos meses ingresé a la
escuela. Pero mi viejo llegó de los
Estados Unidos y lo que hizo fue retirarme de la Marina.
Me dijo que postulara
para ser Administrador de Empresas que era la carrera que yo necesitaba, que me
metiera en los negocios que él había dejado.
Mi viejo había tenido una fábrica de lámparas y no le fue nada mal. Solo
que a la primera caída que tuvo se deprimió y no pudo recuperarse como todo el
mundo esperaba.
Con las lámparas hizo
buen billete y tenía su stand todos los años en la Feria Internacional del Pacifico. Luego
que el negocio se le cayera y al no tener la voluntad de levantarlo nuevamente,
optó por irse a los Estados Unidos con mi madre y dejarnos a mi hermano y a mí,
a cargo de mis abuelos. Se fue cuando yo
tenía siete años. Hasta esa edad no tenía ningún buen recuerdo de él. Siempre me pegó y era un dictador en la casa, los golpes fueron su mejor virtud. Estuvo un mes en Lima, y se fue dejándome en
el aire, fuera del Citen y sin postular a ningún instituto ni universidad. Me
puse a chambear para ayudar a los
abuelos porque a pesar que mi padre seguramente hacia sus envíos, no era
suficiente. Conseguí con mucha suerte trabajo en una gran empresa de cosméticos y
luego de especializarme en el manejo de
las computadoras, comencé a ganar mi
dinero. Pasaron los años y mi viejo
venia cada dos o tres años a Perú, junto
con mi madre. En realidad yo ya me había acostumbrado a vivir sin su presencia
y me era totalmente indiferente. Con la modalidad de Pandero, así como era el
famoso “pandero” volkswagen, me compré mi departamento. Toda vez que conversábamos terminábamos en
bronca por sus malos consejos que no
venían al caso. Yo le decía que ya tenía mi vida propia y que no
aceptaba sus recomendaciones. Hablé con mi madre muchas veces para que se
divorcie, pero ella no quería. Le preguntaba a mi madre si tenía ahorros y ella
respondía que todo su cheque se lo daba a mi padre.
Un buen día
mi abuelo me dijo que había llegado un sobre de consulado americano para mí. Recién
me enteré que mi padre me había pedido, y debía seguir todos los pasos
especificados en la carta. Este petitorio también incluía a mi hermano. Luego
de interminables trámites y pagos ya tenía fecha para partir a los Estados Unidos.
No estaba muy animado, mi vida aquí en Perú no era del todo mal, ganaba bien,
pero pensaba que allá podría ser mejor y comenzar una vida nueva a mis treinta
y siete años. Me alojé en el departamento de mis padres en Newark
comprometiéndome a estar solo seis meses hasta que me instalara bien.
Le pagaría el cuarenta por ciento de la renta
para ayudarlos y así fue. Un día que llegué
a casa, mi padre me esperaba para sorpresa mía.
Entonces me dijo que se había enterado que yo tenía un departamento en
Lima y porque no lo vendía. Me
recriminaba igualmente la razón de haber comprado un terreno en el distrito de
Ate. Me decía porque no vendía todo eso
y me olvidaba de Lima. Que para eso me
había dado lo papeles. Hasta allí me
parecía una exageración y nada más, con no hacerle caso nada pasaría, era mi
vida. Pero de pronto se puso violento y se me acercó amenazante tomándome del
brazo. Recordé todos los golpes que medio de niño y cada vez que visitaba Lima.
Los palazos y correazos, que aguanté intimidado por su autoridad. Súbitamente y
como un acto reflejo lo empujé fuertemente.
Luego de trastabillar se dio contra la puerta y se dejó caer quedándose
sentado en el piso. Vi a mi padre y me pareció que me envidiaba, que yo hice lo
que él no pudo hacer, no triunfar plenamente en la
vida, pero si salir airoso y seguir siendo emprendedor. Lentamente me acerqué hacia él y le dije sin
levantar la voz – viejo, el chiquillo a quien lo retiraste del Citen y que le
sacabas la mierda infinidad de veces, ya no existe.
Ha pasado
un año de ese incidente y fui a Lima a casarme y traer a mi hijo, espero pronto
tener a mi familia aquí conmigo. Igualmente sigo invirtiendo dinero en
propiedades en Lima y tener algo en que sostenerme cuando ya viejo y jubilado
me toque regresar. Mi padre sigue en su departamento con mi madre, hace poco se
ha comprado un auto del año, que me pareció descabellado. Veintiocho mil dólares en deuda y cinco años
de crédito para pagarlo a sus sesenta y ocho años. Me insinuó sutilmente que lo
ayudara a pagar. No lo entiendo. Le hice nuevamente la invitación a mi madre
para que se separara y se viniera a vivir conmigo, pero nuevamente se negó. Cuando le cuento de esta propuesta a mis
amigos, se echan a reír, pero para mí no es broma, siempre le dije a mi madre
que ese hombre no le convenía. A veces
me pregunto ¿por qué demonios me tenía tanta bronca mi viejo?"
* Gerardo vive en uno de los suburbios de Nueva Jersey, me dijo "cuando los 'viejos' se vienen a este pais, algo se rompe para siempre, a pesar que te vuelves a juntar hermano" Esta fue su historia.
Puedes leer una historia sobre la guerra con Chile en este link.
http://holaflorencio.blogspot.com/2009/08/sangre-de-hermanos-de-ignacio-lopez.html
* Gerardo vive en uno de los suburbios de Nueva Jersey, me dijo "cuando los 'viejos' se vienen a este pais, algo se rompe para siempre, a pesar que te vuelves a juntar hermano" Esta fue su historia.
Puedes leer una historia sobre la guerra con Chile en este link.
http://holaflorencio.blogspot.com/2009/08/sangre-de-hermanos-de-ignacio-lopez.html
1 comentario:
Cuanto me alegra saber de la existencia de un hombre de valor que tomó la vida por las astas y se tiró al ruedo demostrando ésa valentía que de sus padres no tanto sacó,. Los hijos criados por los abuelos en ésta circunstancia llevan ganado un triunfo y sobretodo, gracias a Dios.
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